La Economía Social

La economía macrista y las tensiones de un mundo en crisis

El Instituto de Capacitación Política “Juan Domingo Perón” presentó el lunes en la sede del Partido Justicialista la segunda conferencia del ciclo organizado con motivo de su décimo aniversario. El presidente de la institución, Julio Sotelo, presentó la mesa que el intendente, Jorge Capitanich, compartió con Roberto Feletti, secretario de Economía y Hacienda del Municipio de La Matanza, y Daniela Torrente, economista y docente de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Este matutino conversó con Feletti sobre la cuestión económica

-En el marco de estos amagues de “corridas” o “turbulencias”, ¿no llega un punto en el que el macrismo termina encerrado o víctima de los errores de su propio proyecto económico?

-El macrismo vino con una idea de restructurar la economía argentina, volverla más primaria, vinculada a los servicios. Eso genera conflictos hacia dentro, en el propio capital, por ejemplo, beneficiaron al agro, a las energéticas y a la minería, pero a determinadas empresas de esos sectores. Y por el otro, una gran clase trabajadora mal paga, mano de obra barata, y si es posible, en lo social, sumisa. Esa es la concepción ideológica de base. Ahora bien, para eso necesitaban financiamiento, una parte importante fue lo de tomar en dos años 100.000 millones de dólares de deuda, de los cuales 52 millones fueron fondos frescos y se toparon por su propia torpeza con un mundo que no acompañaba esas políticas. Una política de apertura comercial en un mundo proteccionista y una política de apertura  financiera en un mundo donde Estados Unidos cambia la liquidez internacional con la suba de la tasa de interés, que los dejó sin aire.

-¿Cómo se relaciona este endeudamiento respecto de los anteriores?

-Este es el tercer ciclo de endeudamiento económico. Y esos ciclos siempre han venido a restructurar a Argentina. El primero fue el de la última dictadura, el segundo fue el del menemismo luego de la reelección, que explota con la Alianza. Esos dos ciclos anteriores duraron más o menos cinco años, éste se agotó en dos porque llegan mal al mundo, además de que se la llevaron. De Argentina, se fueron más de 30.000 millones de dólares por la fuga de capitales.

Es un proceso muy complicado, de intento de restructuración de la economía y la sociedad, pero sin aire financiero para llevarlo adelante hasta su final. Y ahora se toparon con una crisis y la forma de resolver la crisis es más de lo mismo, acudir al Fondo y tratar de apelar a un multilateralismo al que el mundo ya no responde. Se les ha ido 11.000 millones de dólares de reservas en tres meses. Los agentes económicos no los acompañan. Se dan cuenta de que no hay flujo de dólares y se van llevando las reservas. Tomaron 100.000 millones de dólares en dos años, de los cuales 48.000 millones  son una renovación de deudas anteriores, deuda de Lebac y demás, pero hay 52.000 millones de dólares que son flujo de fondos frescos, que entraron, y como entraron, se fueron. La deuda pasó de 40 puntos del PBI a casi 57 puntos. Esos 17 puntos son más o menos 100.000 millones  de dólares.

-El pliego de condiciones a cumplir no será diferente de lo que fue siempre.

-No, no será, con algunas cuestiones.  El fondo no quiere que la plata vaya a la fuga. El Fondo Monetario se comió un alambrado en 2001 con Argentina. Apostó a sostener la convertibilidad y el cambio fijo y eso terminó en una catástrofe, que le costó la cabeza a Anne Krueger, la anterior titular del FMI, el blindaje no funcionó porque se la llevaron, por eso en agosto de 2001 el Fondo le bajó el pulgar a Argentina. Ahora, lo que le dicen es: “Nosotros los vamos a apoyar a que ustedes no entren en default, les vamos a dar para que paguen la deuda, ni la van a ver, nosotros les vamos a pagar directamente a los tenedores de bonos, pero ustedes van a arreglar el desequilibrio de su balanza comercial, porque no es sostenible en este mundo que Argentina haya tenido el año pasado 8.600 millones de dólares de déficit comercial, y en este primer cuatrimestre, casi 3.500 millones”.

-Y ese es el ajuste venidero

-El Fondo les va a exigir arreglar ese problema y el financiamiento no se lo va a poner arriba de las reservas para que se lo fuguen, le va a decir: “Te voy a ayudar para que pagues los intereses”, ese es el conflicto, y arreglarlo exige, salvo que quieras administrar el comercio, una devaluación mayor. Y esa es la tensión del Gobierno hoy. No tiene flujo de dólares. Los dólares pueden venir de las importaciones, que no hay, de las inversiones, que nunca llegaron, y de deuda, pero se le cerró el mercado de deuda. Entonces no puede financiar el desequilibrio y el Fondo dice: “No la voy a poner para que se la lleven. Ya me comí ese conflicto en 2001 con ustedes”. Y entonces, queda administrar el comercio exterior, o una brutal devaluación, y eso es un costo político altísimo en un gobierno que está cerrado sobre sí mismo.

-¿Dónde se puede comprobar esa situación de encierro en sí mismo y con enfrentamientos internos?

-Eso es algo que se expresa siempre en el valor del dólar, las discusiones de Quintana, Sturzeneger, etcétera. Dijeron: “Acabamos de ganar una elección, aprovechemos para devaluar y tener un poco más de inflación y reactivar la economía”. Pero, hubo otros sectores que dijeron: “No, mantengamos la tasa de interés alta para la valorización financiera”. Pasa que para el Gobierno hoy su principal problema es político, visto desde su ideología. Está de cara a un proceso en el que va a tener que encarar una devaluación con recesión y una inflación que no controla. La economía va camino a una estanflación, inflación con estancamiento, ¿y cómo se sostiene eso políticamente?

El Gobierno no puede salir de esto porque apostó a un conjunto de sectores económicos que no son dinámicos como para mantener el país funcionando y perdió la capacidad de financiamiento. Ahí es donde el Gobierno entra en una tensión muy grande hacia dentro del Gobierno, y en el sector empresario han abierto esta discusión.

-¿Cuál le parece que es la alternativa a ese modelo?

-Las políticas que se están aplicando en todo el mundo para impulsar el proteccionismo, en el modo que lo quieras llamar, administrar el comercio, subiendo los aranceles y el tipo de cambio. Hasta Melconian, que es un exfuncionario de ellos y economista ortodoxo, habló del dólar fideo y el dólar turista; es decir, desdoblar el mercado cambiario, el Gobierno tendría que manejar el comercio exterior de otro modo. En Estados Unidos, en China, en Inglaterra, en India, se están preparando para un escenario de crisis, porque desde el momento en el que Estados Unidos, la cuarta parte del mercado internacional, dice que va a fortalecer el dólar subiendo la tasa de interés y va a proteger su mercado interno retirándose hacia la producción interna, te cambia una lógica mundial. Si frente a ese escenario vos planteás una economía abierta y desregulada, lo más probable es que te des contra la pared.

Son más “ideologistas” que algunos sectores de la izquierda dogmática, sino no se explica, y lo digo con cierta vergüenza ajena,  que una persona que conoce las batallas que dio Francia en la Unión Europea (UE) para proteger su agricultura vaya a intentar venderle carne. O esta lógica de que Argentina sea una góndola en el supermercado del mundo, en medio de una guerra comercial. La UE acaba de rechazar la importación de 100.000 toneladas de carne por año. Los franceses dicen: “Mirá, nosotros tenemos 15 millones de tipos viviendo del agro”, los hindúes cerraron su industria textil. Hoy por hoy, tener industria o tener producción en el mundo es una decisión política, no de competitividad, no de estructura de costos.

Con eso dicho, la supuesta cuestión del gradualismo pasa a un segundo plano.

-Es que no son gradualistas, con semejante desequilibrio comercial de 8.600 millones de dólares en un mundo proteccionista no se puede. No es la apertura de Menem, con un contexto de comercio internacional impulsado por el propio Estados Unidos, y con inversiones de la venta de empresas públicas y tipo de cambio fijo, luego podemos discutir si eso fue bueno o malo, pero en su propio marco era un proyecto viable, esto no tiene nada de eso. La otra posibilidad es una devaluación del mercado. Eso es grave, erosiona a cualquier gobierno.

-Ahí aparece en el horizonte la crisis de 2001, pero esto tiene características distintas.

-Esto es otro cosa, en 2001 había efectivamente una cuenta corriente desequilibrada, pero por los años de convertibilidad tenías una retracción de medios de pago muy grande, con lo cual la devaluación podía ser competitiva. De hecho, las provincias emitían cuasimonedas, ahora es al revés, podés combinar lo peor de 1989 con lo peor de 2001. Tenés un excedente de Lebac emitidas a lo perro por el Central, y además el desequilibrio externo,  por lo cual una devaluación puede no resolvértelo. Cuando ocurrió 2001, el dólar saltó un 300% y la emisión monetaria no pasó del 140,4%, fue una devaluación competitiva, una caída muy grande y un rebote muy grande. Pero eso no está presente ahora.

-Ante este ciclo económico caduco, ¿cómo ves el ciclo político?

-Creo que la oligarquía va a intentar que este esquema de Cambiemos funcione con Mauricio Macri o con María Eugenia Vidal. Pero no tiene viabilidad porque les falta anclaje real en los territorios, no dejan de ser un movimiento de opinión. Y lo que le queda al campo nacional y popular es darse una gran discusión, porque el peronismo es consciente de que el mundo está en una etapa de crisis. Es un mundo más cerrado y nacionalista. El peronismo está en ese debate.

 

 

 

 

 

 

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