La Sociedad

Minujín y las máscaras verdaderas

Por: Marcelo Nieto

Las mil y pico de butacas del Domo estaban ocupadas y la participación fue singular: los aplausos ante cada comentario que coincidiera el público, era una devolución entusiasta, casi excitante.

Sus “consejos” desgranados a lo largo de la charla puede sintetizarse en la idea de que hay que animarse, hay que liberarse, hay que estudiar todo, aprender todo, hasta la perfección para luego olvidarse de todo y ser uno; hay que tener fe, cruzar mares a pie y propuso que por la noche, antes de dormir, agradezcamos a nuestro colchón. (Desde los ’60, Minujín trabaja con colchones).

Una mujer de mundo, pero con el corazón anclado en Nueva York, en una París evocada con nostalgia, y en una Buenos Aires esdrújula y contradictoria, donde vive. Reconoce su “argentinidad” y se muestra preocupada sobre la problemática de los inmigrantes (lo que es más preciso , la inmoralidad de los pueblos que le cierran la entrada a los barcos); la paranoia y el estado de temor permanente del europeo, “Agradezcan vivir en el tercer mundo”.

También informada de la realidad político social del país, percibida al contestar en una mini conferencia de prensa realizada en el Museo de las esculturas del mundo, en la previa al Domo. Tuvo posición a favor del aborto.

Demostró curiosidad por la intensa vida cultural y artística de Resistencia e incluso, tras la cena, pidió hacer un recorrido por la ciudad de las esculturas.

 

ENCANTAMIENTO

Un poco de su historia –fascinante historia cruzada de personajes como  Romero Brest, Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik, Jean Paul Sartre, Dalí, Andy Warhol, Arman, Niki de Saint-Phalle, Christo, Jean-Jacques Lebel-; un poco de sus performances y happening  y un poco de experiencias de vidas, de enseñanzas, hicieron del encuentro  un menú completo. 

A los 16, abandonó los estudios de arte en Buenos Aires y fue a vivir a París. “Allí conocí la bohemia, no tenía para comer, éramos todos pobres, pero felices. Cuando terminó ese ciclo de mi vida, junté toda mi obra y junto con la gente la quemé. El fuego fue purificador”.

Así comenzaba una carrera meteórica, constante. Por entonces, no fue profeta en su tierra pero sí en las ciudades que la alojaron. Por eso, justamente cuando en marzo, la America’s Society (Fundación Rockefeller) le dio el Premio a la gestión cultural por sus logros excepcionales a lo largo de cinco décadas, la ceo de la institución Susan Segal, dijo “No es inusual que Marta sea celebrada en Nueva York en donde ella no es una extraña, ya que su energía y su vigoroso impulso pertenecen a la ciudad”.

Desde otra mirada, dijo Marta: “Mi obra es muy argentina. Nunca hubiera inventado el obelisco de pan dulce, si no: Eva Perón repartía pan dulce, no hay Navidad sin pan dulce. Lo mismo el Partenón de libros prohibidos… soy como Maradona. La Argentina tiene muchos genios".

La participación del espectador es parte central de su obra –el happening es la acción espontánea, efímera, con la participación del espectador que pasa al rol de protagonista). Los íconos –la estatua de la libertad, el obelisco, el Partenón- son sus grandes inspiraciones. El alimento, es un tema subyacente en su obra. El lobo marino, ícono de Mar del Plata hecho con alfajores o el obelisco de pan dulces. La acción participativa es otro sello de su arte.

Minujín se dilató al explicar una obra que le dio mucha felicidad: su “Partenón de Libros”, la nueva versión de una gigantesca instalación que remeda la estructura de  la Acrópolis de Atenas recubierta de 100 mil  libros prohibidos en distintos totalitarismos del mundo (la primera versión de 1983 en la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires con  libros prohibidos durante la dictaduras).

El partenón fue presentado en 2017 en la Documenta 14 de Kassel, añadiendo a su arquitectura libros prohibidos provenientes de todo el mundo, que el público se llevó al concluir la muestra. Como se llevó los pandulces y los alfajores y las hamburguesas de sus instalaciones.

También recorrió distintas experiencias performáticas con Andy Warhol (pagándoles al rey del art pop la deuda latinoamericana con choclos) “No le debemos nada a nadie, con lo que nos han robado y usurpado ya está pagada toda deuda” (rotundos aplausos).

La acción participativa, el “comerse” la obra o llevar un pedacito de ella (tal un libro) es parte de su filosofía del arte, como es lo efímero.

Dijo que "La única música que escucho todo el día es la información", Dijo que Resistencia es fantástica. “Deberían darle micrófono a toda la gente que está aquí para que opine sobre las 600 esculturas de esta ciudad”. Por la noche pidió que la lleven a recorrer por las esculturas.

Y al mediodía recorrió el predio junto a integrantes de la Fundación Urunday para conocer a los artistas y sus obras en gestación. Prometió su presencia en la próxima bienal (2020) y propuso trabajar la piedra pomex visualizando que haría una montaña para Resistencia.

 “Arte, arte, arte”, dice Marta, recitando su mantra a los cuatro vientos. El arte la ha penetrado con tanta hondura, que toda ella es arte, toda ella es happening.

¿Artista en la cumbre, artista de elite? “De la realidad y de lo popular surge mi obra”, dijo.

Minujín es historia viva del arte contemporáneo, porque vive y hace. Es vanguardia, porque conserva intacta su juventud y va adelante. Es profeta porque nos alumbra.

 

 

 

Cooperativa La Prensa

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