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12 de octubre, Respeto a la Diversidad Cultural

Hoy, 12 de octubre, se celebra el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, que promueve la reflexión histórica, el diálogo intercultural y el reconocimiento y respeto por los pueblos originarios.

El 12 de octubre es la fecha en la que durante muchos años se “celebró” el arribo de los conquistadores europeos al continente americano. Esta mirada de la historia —y en particular de la efeméride— se ha ido transformado y permitió asignar otros sentidos al recuerdo de lo ocurrido. Se trata entonces de comprender que no es un día de celebración, sino de conmemoración y recuerdo, en el que es necesario promover la reflexión histórica y el diálogo intercultural acerca de los derechos de los pueblos indígenas.

En esta fecha, pero de 1492, Cristóbal Colón, marino genovés al frente de una expedición enviada por la corona española, desembarcó en las Antillas iniciando así un largo proceso de dominación y colonización en el actual territorio americano. Para recordar este hecho en nuestro país, en 1917 se estableció el 12 de octubre como el Día de la Raza porque ese era el nombre que recibía en España la celebración del «descubrimiento del Nuevo Mundo» y el «contacto» con sociedades, culturas y religiones hasta ese momento desconocidas para ellos.

Ya desde la segunda mitad del siglo XX el concepto de raza empieza a ser cuestionado internacionalmente, porque no es pertinente para referirse a todas las personas como seres humanos, sujetos de derechos. En 1964, en Moscú, la Unesco aprobó por unanimidad un documento de trece puntos sobre los aspectos biológicos de la cuestión racial como forma de combatir los argumentos racistas. Entre esos lineamientos se acuerda que, como regla general, los grandes grupos étnicos se extienden por vastos territorios que engloban pueblos diversos por su lengua, su economía, cultura, etc. y que «ningún grupo nacional, religioso, geográfico, lingüístico o cultural, constituye ipso facto una raza; el concepto de raza entraña únicamente factores biológicos». Todos los humanos pertenecemos a la misma especie, por lo que resulta ofensivo y discriminatorio utilizar el concepto de raza.

Durante muchos años se discutió este controvertido uso de la noción de razas y la forma de evocar esta fecha en la Argentina. Recién en 2010 se cambió el nombre Día de la Raza por Día del Respeto a la Diversidad Cultural, mediante el Decreto 1584/10. De este modo, se otorgó a la conmemoración del 12 de octubre un significado acorde al valor establecido en la Constitución nacional para la diversidad étnica y cultural. Y desde entonces se trata de un día para reflexionar acerca de esta diversidad, especialmente de los pueblos indígenas que habitan nuestro territorio y de sus luchas por preservar sus culturas y lenguas.

PERSPECTIVA

Desde otra perspectiva, es posible pensar la conmemoración del Día del Respeto a la Diversidad Cultural como parte de un trabajo colectivo para reunir la memoria con la justicia. Se trata de desandar la historia por la cual el protagonismo de los pueblos indígenas y sus múltiples creaciones culturales resultaron sistemáticamente invisibilizados a lo largo de siglos, en el marco de una política que tuvo entre sus principales objetivos subalternizar, incluso aniquilar, a estos pueblos. Planteado en estos términos, el Día del Respeto a la Diversidad Cultural es una invitación para dejar de pensar nuestra historia con las lentes del «conquistador» y comprenderla desde la perspectiva de los pueblos americanos.

La llegada de los europeos a América a fines del siglo XV produjo estragos en la historia de los pueblos nativos. Su brutal disminución demográfica en este período es uno de los índices contundentes de un sistema de dominación que provocó muertes masivas. Primero como consecuencia de las disputas por la ocupación del territorio y, luego, mediante la implantación de regímenes de explotación de la población (como la encomienda) o la resignificación de sistemas preexistentes (como la mita y el yanaconazgo). Ante la multiplicación de las muertes y el deterioro físico causados por estos regímenes en la población nativa, los europeos institucionalizaron la esclavitud en América para emplear bajo esta a las personas africanas y sus descendientes (otra de las fuentes de conformación de la diversidad cultural americana). Las enfermedades transmitidas por europeos (viruela, sarampión, gripe, entre otras) también elevaron el número de muertes de la población indígena.

A lo largo de esta historia, los pueblos indígenas resistieron de distintos modos este sistema de dominación política, económica, social y cultural. Un ejemplo, entre otros tantos, es el caso de la larga lucha del pueblo diaguita, que se extendió por más de un siglo (1531-1665). En ocasiones, estas resistencias asumieron la forma de sublevaciones y rebeliones, algunas de las cuales pueden pensarse como antecedentes de las luchas por la independencia de los países americanos. Tal es el caso de la sublevación liderada por Tupac Amaru entre 1780 y 1781. Y en estos mismos años se destaca también la rebelión que tuvo como protagonista a una mujer, Bartolina Sisa.

Historias como la de Bartolina Sisa habilitan una mirada crítica no solo del período colonial, sino también de la historia de nuestras repúblicas. El escritor cubano José Martí planteó, por ejemplo, una de las más rotundas críticas a la deriva histórica de las nuevas naciones americanas en textos clásicos como Nuestra América. Si bien es cierto que los revolucionarios convocaron a los distintos pueblos indígenas a incorporarse en las luchas por la emancipación americana, una vez asegurado el triunfo sobre el dominio europeo en el continente, los grupos dirigentes locales no reconocieron como iguales a los pueblos indígenas, quienes nuevamente fueron subalternizados (junto con otras personas, como afrodescendientes y mestizas). Más aún, también resultaron objeto de políticas represivas tendientes en muchos casos a aniquilarlos. “El indio no compone mundo” se lee, por ejemplo, en Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, de Juan Bautista Alberdi.

Ese campo ideológico y político es reconocible en discursos que pretendieron justificar las matanzas organizadas en el contexto de consolidación y expansión territorial del Estado argentino, como en la denominada Conquista del desierto, en el siglo XIX (más precisamente, entre 1878 y 1885), o en la Masacre de Napalpí, en el siglo XX (1924). Estas masacres organizadas se prolongaron política y culturalmente con el silenciamiento o la naturalización de esos crímenes, que en algunos casos para legitimarlos apelaban a la narrativa del progreso.

Estas racionalizaciones desarrollaron un proceso de estigmatización cultural con efectos políticos: una serie de representaciones alrededor de la figura desvalorizada del “indio” como sujeto ocioso, improductivo e incluso hostil hacia la civilización.

Complementariamente, estas concepciones se combinaron con el reconocimiento de las tradiciones europeas como las únicas fuentes de referencia legítimas para pensar las identidades americanas. Como puede apreciarse, la conmemoración del Día del Respeto a la Diversidad Cultural permite no solo una reflexión crítica en torno a esta construcción de sentidos, sino también recuperar las múltiples y diversas fuentes que forman parte de las tradiciones culturales de la historia americana.

Entonces, esta efeméride se inscribe dentro de un horizonte reparatorio que reúne la memoria y la justicia a contrapelo de esta historia, y de manera acorde con un Estado de derecho fundado en el reconocimiento entre iguales y en el respeto de la diversidad cultural.

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