Derechos Humanos

ASI: “La vergüenza y el dolor no prescriben”

El viernes, tuvo lugar en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) un encuentro para el abordaje y reflexión de uno de los delitos más graves y silenciados -el abuso sexual en la infancia y adolescencia- y las demandas en torno a su prevención y visibilización en un marco de políticas estatales que hagan efectivos los derechos de la niñez y de adolescentes.

La jornada fue organizada por la asociación “Al fin Justicia” la Subsecretaría de Mujer y Familia de Resistencia y la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados. Contó con la adhesión de la diputada Gladis Cristaldo; el intendente de Resistencia, Jorge Capitanich, y las legisladoras nacionales Lucila Masin y Analía Rach Quiroga. 

Integraron el panel de disertantes Carlos Rozanski, exjuez federal del Tribunal Nº 1 de la Plata; Virginia Berliner Blau, médica forense de la Justicia Nacional; Marcelo Baridón, juez de Cámara en lo Contencioso Administrativo Nº 1 de Entre Ríos y fue quien representó a sobrevivientes de abuso sexual en la Causa Ibarraz. También estuvieron presentes Paola Benítez, pediatra y directora del Servicio de Atención Integral de Niños, Niñas y Adolescentes del hospital Pediátrico “Avelino Castelán” y Fabián Schunk, sobreviviente y denunciante de la Causa Ilarraz.

La presidente de la Comisión de Derechos Humanos, Gladis Cristaldo, hizo entrega de la resolución 3121/18, por la que se declaró de interés legislativo la realización de la jornada y subrayó que el objetivo es lograr un debate interdisciplinario sobre la temática.

Esta actividad se realizó en el marco del reclamo de avances en varias causas de abuso locales. Según pudo saber este matutino, ante las denuncias el denominador común, en el mejor de los casos, es algún tipo de instancia procesal de rigor como advertencia, pero luego los procesos caen en el letargo y queda sólo esperar por una reincidencia por parte de los agresores para y entonces sí especular con la posibilidad de agravar las acusaciones. A modo de ejemplo cabe destacar el caso la denuncia al matrimonio de Daniel Pacce (fallecido) y Noemí Alvarado, realizada en 2016 por ataques a Rosalía Alvarado ( sobrina por vía paterna de Noemí) y María Belén Duet cuando ambas eran niñas en la decada del ochenta. Todavía aguardan por  la elevación a juicio oral de la causa. También puede citarse la denuncia en Villa Ángela de una joven contra la expareja de su madre, por ataques y vejámenes que se prolongaron desde su infancia hasta entrada su adolescencia.Si bien se realizaron varios peritajes, en los cuales se habrían verificado las denuncias, el imputado eludió la prisión preventiva y espera el juicio en su hogar. 

DENUNCIA  Y LIBERACIÓN

“Soy uno de mil, luego de 30 años”, se presentó Fabián Shunk ante un auditorio repleto, ante el que sostuvo que “el abuso no tiene edad y la vergüenza y el dolor no prescriben. Los niños no mienten sobre experiencias que no han padecido”. Además, remarcó: “Agradecemos a Al Fin Justicia y demás organizadores por darnos la posibilidad de tener un espacio para expresar todo esto. Quiero traer una palabra de aliento a quienes hayan pasado por este tipo de hechos”.

Para fundamentar el pedido de imprescriptibilidad del ASI, Shunk marcó el paralelismo entre lo sufrido por una víctima de abuso sexual en la infancia o adolescencia y los crímenes del terrorismo de Estado, que no están sujetos a caducidad por el paso del tiempo: “El abuso es un secuestro, es una tortura y es un asesinato; se mata la inocencia de un niño, por eso debe ser imprescriptible, al igual que los crímenes de lesa humanidad”.

Con gran entereza, Shunk describió los pormenores de su historia, y relató “cuatro instancias”: “Primero, el momento del desastre, la confusión de no saber qué está pasando. Luego, el momento del aislamiento, el silencio y la soledad, seguido por el momento de la ruptura, cuando el abusador se va y uno queda con la vergüenza y el cuarto momento; la liberación que sobreviene con la denuncia”, graficó. 

Por ello planteó: “Hacer justicia es fundamental, no somos actores pasivos de esto. Más que sobrevivientes. Dando amor es como podemos subsanar lo que hemos sufrido”.

NUEVO PARADIGMA

El exjuez federal Rozanski, quien no pudo asistir por razones de fuerza mayor pero participó por video conferencia comentó que las estadísticas sobre el tema indican que uno de cada mil casos de abusos denunciado culmina con una condena, por lo cual “hay que frenar esta impunidad histórica del abuso, y para ello es necesario dar cuenta del contexto en el que se producen y no abordarlo con soberbia”.

En ese sentido, precisó que “hay una obligación del Estado de intervenir, y decir “los chicos mienten” es una estrategia de destrucción de las víctimas, una cosa es la defensa para velar por el correcto tratamiento de las pruebas y otra cosa es la defensa para desarticular y tergiversar la palabra de una criatura víctima.

LA ESCUCHA

Marcelo Baridón expuso sobre distintas experiencias en el denominado proceso “Ilarraz” que se sustanció en Entre Ríos y en el cual se condenó a un miembro de la Iglesia Católica argentina a la pena de 25 años de prisión que actualmente la está cumpliendo. Además, subrayó que en contacto con operadores locales pudo saber que en Chaco se dan gran cantidad de situaciones abusivas.En relación con el caso Ilarráz en Paraná, remarcó la responsabilidad de la Iglesia por su actitud “por lo menos displicente, sino cómplice” en los abusos.

En contacto con elDIARIO de La Región, Baridón sostuvo; “Los poderes judiciales muchas veces cristalizan las relaciones de poder existentes en una sociedad y los cambios se producen en la medida de los reclamos de la sociedad. En esa tensión es que la peor cara que pude mostrar el Poder Judicial es la sordera ante las demandas de las víctimas”, manifestó el magistrado.

Por ello, planteó que la Justicia “debe despojarse de ese supuesto que manda que los niños mienten en materia de delitos sexuales, debemos aceptar que vivimos en una sociedad en la que hay una enorme cantidad de personas con patologías perversas y conductas delictivas que merecen ser sancionadas. El Poder Judicial debe agudizar el oído fino y escuchar a las víctimas y a los especialistas”. 

El caso Ilarraz surgió a partir de siete denuncias al cura Justo José Ilarraz en Entre Ríos durante la década del 90 por abuso y corrupción de niñas, niños y adolescentes cometidos entre 1985 y 1993, período en el que el cura se desempeñaba como prefecto de disciplina del Seminario Arquidiocesano de Paraná. Allí, Ilarraz tenía bajo su tutela a los jóvenes que cursaban el ciclo básico de una escuela secundaria orientada al sacerdocio. Sus víctimas escogidas fueron alumnos del interior de la provincia que vivían en el internado. Los denunciantes tuvieron que luchar contra la presión de la Iglesia católica que cubrió al sacerdote y recién cuando el caso tomó estado público en 2012, le prohibió seguir al frente de las misas.Recién en mayo de 2918, la Cámara del Crimen de Entre Ríos lo condenó a 25 años de cárcel por el abuso agravado y corrupción de siete menores.

Por su parte, Virginia Berlinerblau abordó la temática desde la necesidad de incorporar nuevos paradigmas que tienen que ver con la escucha no juzgadora y válida para el sistema penal para que sirva como prueba. “La escucha empática es reparadora e implica la posibilidad de que la víctima pase de ser un objeto de sus abusadores a un sujeto de derecho”, sostuvo.

Asimismo, señaló una serie de “mitos” que conviene desenmascarar, como por ejemplo la posibilidad de que los niños mientan o repitan como verdades mentiras inculcadas; “Los inventos no se sostienen, las mentiras en la niñez son ingenuas, obvias, la mentira en realidad en la niños es el ocultar lo sucedido y cuando se trata de una fantasía, no lo fantasean sobre hechos que no les hayan ocurrido, ni tampoco son ‘ventrílocuos’ de sus padres”, transmitió.

 

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