Derechos Humanos

Causa Cazal Ortiz: el 4 de julio se dictará la sentencia

Durante la jornada de este lunes, en la Cámara Primera en lo Criminal de Resistencia (San Martín 66), se completó la etapa de alegatos en el juicio oral a Germán Cazal Ortiz por tentativa de femicidio a su expareja Luciana Romero, a quien le asestó entre 14 y 10 puñaladas en la tarde del 1 de junio de 2016, en las inmediaciones del hospital Perrando.El abogado querellante Pablo Vianello planteó un pedido de pena por 20 años de prisión – el máximo que establece el código– por la tentativa de homicidio agravado en contexto de violencia de género, en términos similares a lo solicitado por el fiscal de cámara Jorge Gómez exactamente una semana atrás.

Desde la parte acusadora, remarcaron por un lado la contundencia de los testimonios que describen el violento ataque de Cazal y su “intención de matar” a su expareja, así como que el hecho en sí fue el punto culmine de una seguidilla de ofensas que configuran una situación de violencia de género.

Por su parte, el defensor Julio Quiñones desestimó los testimonios de la víctima y del padre respecto de cómo sucedieron los hechos y solicitó la absolución de Cazal en las imputaciones por amenazas de muerte y amedrentamiento contra la joven y su círculo de amistades y familiares y en lo concerniente al hecho principal planteó la ausencia de una “dolo homicida” por lo cual pidió una condena para su defendido por lesiones.

Terminada la etapa de alegatos, el tribunal que integran las juezas Glenda Vidarte, Lucía Casas de Sanchís y Alicia Cáceres, concedió al imputado el derecho a manifestarse por última vez antes de la lectura de la sentencia, el 4 de julio a las 11. Cazal reiteró su inocencia, y afirmó: “En ningún momento quise siquiera lesionar a Luciana, jamás le falté el respeto”, sin explicar cómo fue entonces que Luciana recibió una decena de puñaladas en el torso, cabeza y cuello.

Cabe recordar que durante su testimonio en la causa Luciana Romero, relató los pormenores de su relación con Cazal, con una convivencia marcada por los celos, el control económico. Con la separación, comenzaron las amenazas y persecuciones varias a ella y su círculo íntimo hasta el desenlace con el brutal ataque sufrido durante la tarde del 1 de junio, el cual fue confirmado ante el tribunal por otros testigos circunstanciales del violento episodio.

Romero y su padre regresaban ambos en auto del trabajo de la joven por avenida  9 de Julio hacia el centro de la ciudad cuando a la altura del Hogar Teresa de Calcuta Cazal los embistió con su remís, dos veces, desde atrás. Presa del pánico, Luciana intentó salir del coche y correr, pero Cazal la redujo y la atacó con un cuchillo mientras forcejaba con el padre de la víctima, hasta que finalmente fue reducido por transeúntes que lograron calmarlo hasta que fue detenido por la Policía.

TENTATIVA DE FEMICIDIO

La audiencia comenzó pasadas las 9.30, con partes y público ubicado en la sala de audiencia. Cazal permaneció de espaldas al público, conformado por sus familiares directos, la prensa, y la familia Romero, mirando de frente al tribunal, impasible durante prácticamente la totalidad de la jornada, salvo algún gesto de disgusto o negación durante el alegato querellante.

En cuanto al ataque del 1 de julio, el querellante Vianello expuso que no se trató de un rapto de emoción violenta: “Se fue de menor a mayor, primero fueron las amenazas, luego los seguimientos, la pelea con los compañeros de trabajo, etcétera”.

Tampoco aceptó que hubiese habido una pelea con el padre de Luciana: “Se dirigió directamente a Luciana con un cuchillo en la mano” afirmó, y resaltó: “Si no se le rompía el cuchillo, probablemente hubiese terminado matando a Luciana”  y que lo que salvó a la joven “fueron los trabajadores del Teresa de Calcuta” que la asistieron.

Destacó el contexto en el que sucedió el ataque, una situación de altísima gravedad, de sumisión y violencia física durante diez años. Afirmó que “Luciana no tenía ni siquiera la clave de su tarjeta de débito” y destacó que hasta para comprar elementos de primera necesidad la joven debía someterse al arbitrio de Cazal, que al escuchar el descargo querellante hizo un gesto de reproche y negó con la cabeza.

El abogado enumeró la serie de acciones de Cazal que acreditan la acusación por violencia contra el género; los 60 llamados telefónicos (en un sólo día) por parte del imputado a la joven, las amenazas a la familia, y el altercado con uno de los amigos de Romero.

Además, remarcó que cada uno de estos hechos fue debidamente comprobado durante las declaraciones de varios de los testigos que pasaron por las audiencias. “No se trata de testimonios descolgados, o con lagunas”, afirmó, razón por la cual pidió un “fallo ejemplar para las mujeres que sufren violencia de género”.

ALEGATO DEFENSOR

El defensor Julio Quiñones inició su alegato pasadas las 10 y terminó pasadas las 11.30 y dedicó los últimos momentos para referirse al hecho puntal del juicio; la mayor parte de su exposición la destinó a criticar las pruebas y testimonios que incriminan a su defendido, al punto de generar la molestia y sendos murmullos de disgusto en el sector de familiares de la víctima.

En relación con el ataque, ante la imposibilidad de negar que haya ocurrido, sostuvo que Cazal careció del “dolo homicida” necesario para pedir una “tentativa de homicidio”, la cual no puede.

Desestimó que el cruce de llamadas pueda valer como prueba del acoso por parte de Cazal, “ni siquiera son un indicio, implican tan sólo un estado de sospecha”, afirmó. Sobre el hecho principal de la causa, Quiñones lo presentó como una pelea entre el padre de Luciana, Agustín Romero, y el imputado, luego de que el primero “le cruzara el auto” a Cazal y que luego lo que ocurrió fue “una pelea entre machos para determinar quién es el Alfa” (sic).

En ese tren de justificar a toda costa, alegó que fueron seis las lesiones y que no significaron riesgo de vida para Romero. Por todo ello, Quiñones solicitó la absolución de Cazal en las imputaciones por amenazas y planteó “un reproche penal por lesiones” respecto del ataque del 1 de julio.

La última palabra en esta historia se conocerá el martes 4 de julio a las 11, cuando el tribunal que lleva la causa dé a conocer la sentencia. 

 

Cooperativa La Prensa

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