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La cárcel en las calles: reflexiones acerca de la pandemia Covid-19

Nuestra vida se ha modificado, la dinámica vital se ha trastocado…. Entonces: ¿qué sucede con las personas privadas de la libertad en condiciones de hacinamiento crónico?

Por: Amira Nahir Barud y Sergio Paulo Pereyra (*)

Por estas horas y hace muchas horas, todas y todos nos encontramos en alguno de nuestros sentidos, en lo cotidiano, privados/as de nuestra libertad ambulatoria. Estamos atravesando, distintos estados anímicos, y aprendido nuevos hábitos de vida, reencontrándonos con gustos y descubriendo otros. También aprendimos y entendimos, que debemos quedarnos en nuestras casas, por la responsabilidad humanitaria que nos corresponde y también por los controles de los dispositivos de seguridad.

Nuestra vida se ha modificado, la dinámica vital se ha trastocado…. Entonces: ¿qué sucede con las personas privadas de la libertad en condiciones de hacinamiento crónico?

Decimos: si hoy pueden sostenerse masividad en el despliegue de retenes y controles, si está funcionando a los fines preventivos y de control ¿por qué no habría de funcionar para que aquellas personas privadas de la libertad -por delitos sin violencias-, puedan acceder a su soltura, sin siquiera pensar en la obtención de las inhallables pulseras electrónicas?

Veamos…

En estos días, se dieron a conocer medidas de “ciberpatrullaje”, -recuérdese que el seguimiento por parte del Estado en las redes sociales se aplica hace varios años-, ahora, fundamentándose en las razones de protección y cuidado de la salud pública. Así, sin demoras, la discusión de la legitimidad de estas prácticas ha vuelto.

Producto del crecimiento a pasos vertiginosos de la tecnología del control, se evalúa la posibilidad de aplicar la alarma sanitaria en los teléfonos celulares y de implementar -como en distintos países se ha hecho-, un sistema de interacción para casos sintomáticos y asintomáticos de Covid-19. Es más, se solicitó a las empresas de telefonía informes para identificar la movilidad de los usuarios, utilizando así mecanismos de georreferenciación con tal finalidad.

El futuro, bah… esta versión del futuro, ha llegado y; todo indica que la normalidad será otra. En términos modernos y liberales: las condiciones del contrato social, han cambiado.

Si aquella profecía de la criminología de la década del 70’ (y de algunas novelas y ensayos de ciencia ficción) vaticinaba que lejos de salir de la cárcel, esta, se volcaría a las calles resulta cierta; entonces… la reflexión realista y con un valor de supervivencia comunitaria, nos lleva inevitablemente a pensar que, la prisión patibularia, pueda muy razonablemente dejar de existir y que; paralelamente, ese seguimiento de la movilidad de las personas, nos lleve a abandonar de una vez por todas las deplorables y abyectas condiciones de detención de millones de personas en el mundo y miles en nuestro país…

Algo más, por caso, ese monitoreo -¿bien dirigido?-, seguramente será más eficiente para prevenir hechos lamentables de violencia machista, que cualquier botón antipánico…

Queda en nosotras y nosotros, pensar que esta nueva cárcel en las calles responda más a un sentido de humanidad, que aquella -esta- que conocimos hasta antes del distanciamiento social y confinamiento comunitario.

Resistencia, 18 de Abril de 2020.-

* Integrantes de la Asociación Pensamiento Penal (APP).

 

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