He tenido la satisfacción de poder caminar junto a hermanos de mi pueblo Moqoit, de otros pueblos indígenas y criollos de mi Chaco y mi país y junto a ellos aprendí, trabajé, luché, cree y logré conquistas y puesta en valor de nuestra rica diversidad cultural.
Agradezco y siento las presencias protectoras y sanadoras de mis hermanas y hermanos, Onesia Reinoso, Santa Pino Fernández, Elida Salteño, Enrique José y de tantos amados ancianos, grandes maestros y sabios de la vida, quienes están hoy conmigo a través de sus enseñanzas, ejemplos y fuerzas espirituales.
Sé que comencé a transitar el camino, que me llevará al encuentro con mis Abuelos… ahora depende de mí, el tiempo en llegar.
El hombre tiene un objetivo en la vida y nada puede entorpecer su trayecto, ni cambiar su destino, todo tenía que suceder así como estaba dispuesto.
Por esto quiero hacer público y agradecer especialmente a Patricia, mi compañera de vida, a mi amada e inmensa familia y a todos los amigos, que están colaborando para que pueda por fin sacar a la luz mi nuevo libro: Corazón de Piedra: Relatos Sin Tiempo, una recopilación de relatos transmitidos por mis ancestros, por esos abuelos sabios que me acompañan desde siempre en este recorrido, también incorporo narraciones y dibujos hechos por mí y por Bautista, mi hijo menor y donde busco reflejar vivencias de este fugaz y mágico paso por la tierra, y donde las estrellas siempre alumbraron y apuntalaron el sueño compartido, de ver a nuestro multicolor pueblo chaqueño, unido en las diferencias y en un mítico canto de amistad.
Este libro es una construcción colectiva, que ya lleva quince años de transformaciones, aún hoy le sigo dando forma y modificando a cada paso, porque este escrito tiene vida propia, tiene misterios, tiene poderes y ritmo propio, también contiene espíritus y huellas lejanas a veces difíciles de transmitir, pero también es la síntesis de mis anhelos y del sueño de un mundo de hermanos.
En este momento en que hermosos Shimiagäi’che (picaflores), me visitan para recordarme que el padre bueno me espera de regreso a su lado, solo quiero recordarles que me siento pleno y agradecido de haber tenido la oportunidad de transitar junto a cada uno de ustedes, mis hermanos y bajo el cobijo de nuestra amorosa madre tierra, este mítico viaje. No es una despedida, nos seguiremos viendo y comunicando a través del paisaje sonoro, de sus espíritus, que luego serán símbolos, huellas, formas y colores que seguirán nuestros hijos y que el viento llevará por el mundo entero.
Recuerden es solo un Hasta Pronto.
Con afecto.
Francisco Ferrer, un caminante más, en el colorido jardín de la humanidad.