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Deuda: hacia un Gran Pacto de Solidaridad Global

Por Rubén G. Serruya, Licenciado en Economía.

“Así como las medidas de suspensión son importantes en el nivel nacional, también lo son en el nivel internacional. En las condiciones actuales, muchos países están sencillamente imposibilitados de seguir pagando sus deudas, y si no se aprueba una suspensión mundial de los cronogramas de pago, puede haber una avalancha de defaults a gran escala. En muchas economías emergentes y en desarrollo, el gobierno se enfrenta a una elección entre la cantidad de ingresos que se destinan a los acreedores externos y la cantidad de ciudadanos que morirán”, así se refería el premio Nobel Joseph Stiglitz a la posibilidad de una suspensión mundial en el pago de la deuda.

El Grupo de Puebla, organismo multilateral que nuclea a líderes progresistas de Iberoamérica también expresaron su posición; “se debe condonar la deuda de los países latinoamericanos, y construir condiciones para que los estados tengan reservas para comprar suministros de salud”, “la necesidad de una solidaridad económica como única vía para poder superar la crisis”. El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) y diversos protocolos políticos internacionales impulsaron una campaña mundial para que el FMI, el Banco Mundial y otros organismos multilaterales condonen la deuda externa soberana de los países de América Latina en un contexto de avance mundial del coronavirus en el mundo.

En este contexto el Ministro de Economía, Martín Guzmán, tuvo y tiene, la gran tarea de negociar con los bonistas y el FMI, reestructurar una deuda que hoy ronda los 323.064 millones de dólares -según las últimas cifras oficiales publicadas en la Secretaría de finanzas de la Nación-, donde 68.800 millones de dólares fueron emitidos bajo legislación extranjera. Para dimensionar tan abultada suma, el paquete de medidas llevado adelante por el Presidente Alberto Fernández ronda los 630.900 millones de pesos, 9.393 millones de dólares, tal suma representa el 13,58% del monto que cobrarían los bonistas; es decir, se podrían ejecutar 7 paquetes para combatir la pandemia, he aquí uno de los fundamentos de la importancia de que se dejen de cobrar las deudas.

La estrategia del equipo económico de Martín Guzmán es buscar un acuerdo rápido con el grupo de acreedores representativos, para luego sumar al resto de bonistas, recordemos que hay varios bonos y la forma de aceptación requiere una doble votación, por un lado el 66% del grupo y por otro el 51% de cada bono, de alcanzar ese número se arrastra al resto, dejando sin chances de reclamos por parte de los fondos buitre. Para lograrlo la estrategia es buscar apoyo; del Papa, el FMI, el BID que ya los tendría, de hecho estos dos últimos se expresaron a través de un comunicado donde plantearon el congelamiento del reembolso de las deudas; también del G20 al que el mismo presidente Alberto Fernández le expresó la necesidad de la urgente creación de “un Fondo Mundial de Emergencia Humanitaria”.

Pese a estos apoyos, no todos los bonistas estarían de acuerdo con la propuesta del gobierno, que implicaría una quita de intereses del 62%, y del stock de capital del 5,4%, ambos representarían un ahorro para el país de 41.500 millones de dólares y un periodo de gracia de 3 años. Dentro de los bonistas más “duros” hay viejos conocidos, como los fondos vip del ex presidente Mauricio Macri, Black Rock y Templeton, el primero con una relación “estrecha” desde los primeros tiempos de la llegada de Macri al poder, es uno de los fondos de inversión más grande del mundo, y se convirtió en uno de los primeros en apostar a la timba financiera de las “Lebac”. Respecto a Templeton, es uno de los grupos de administración de capital de riesgo más grandes del mundo, con unos fondos de más de 850.000 millones de dólares, aparece bajo el padrinazgo de Luis Caputo – presidente del Banco Central durante el gobierno de Macri-, fue el primer fondo en participar de la emisión de los bonos “Botes”.

Tal vez esta crisis mundial generada por un virus al que nadie conoce, sea una oportunidad, un nuevo comienzo para avanzar en la soberanía de los pueblos, donde el gran pacto de solidaridad mundial sea un hecho.

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