Una vez más, el caso de la joven Camila Tarocco, cumplió el mismo itinerario mediático y desenlace que el de los femicidios que periódicamente irrumpen como indicadores de la trágica magnitud que viene alcanzando la violencia machista en nuestro país: una joven desaparece, se inicia su búsqueda, pasan los días sin novedades, y finalmente la investigación termina con un hallazgo brutal: el cadáver de la víctima enterrado en la clandestinidad y los indicios de la pesquisa señalando a una pareja o varón de su círculo cercano.
Camila Aldana Tarocco, de 26 años y mamá de dos chicos de 5 y 7 años, había desaparecido hace una semana y media, el 4 de abril, en el partido bonaerense de Moreno. La encontraron enterrada 200 metros de la casa de su expareja, quien ya estaba detenido como sospechoso de femicidio; Ariel González.
El hallazgo se produjo cerca de las 0.30 de este miércoles en un descampado situado en la avenida Monsegur y la calle San Cayetano. Lo detectó una cuadrilla policial que notó tierra removida entre unos pastizales y finalmente encontró una bolsa negra que contenía el cadáver de la mujer. El lugar está ubicado a unas 20 cuadras de la casa de la víctima y a dos de la del principal acusado, Ariel González, quien ya tenía antecedentes por violencia de género. González está detenido como sospechoso del crimen luego de que admitiera ante la fiscal a cargo de la causa, Luisa Pontecorvo, que había pasado la noche con la joven, a quien luego acompañó a la parada de colectivo la mañana siguiente. La fiscal ordenó el traslado a la morgue judicial de General Rodríguez, donde será sometido a la autopsia con el fin de establecer la causa de la muerte y la fecha.
Según el acusado, tras despedirse, Camila se iba a cobrar a un cajero automático los 10.000 del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que el Gobierno nacional otorga a los trabajadores del sector informal mientras está vigente la cuarentena por el coronavirus. Pero, su relato no convenció a la fiscal.
De acuerdo a las fuentes policiales, la joven había denunciado el año pasado a González por lesiones y amenazas, por la que el acusado cumplía una prisión domiciliaria, dictada por Gabriel Castro, titular del Juzgado de Garantías N° 2 de Moreno. Esta no era la única causa penal en su contra, ya que arrastraba otras desde 2013, entre ellas, por robo agravado. Por ello, Pontecorvo lo dejó detenido como sospechoso de la desaparición y también porque descubrió que había violado una prisión domiciliaria que le impusieron en el marco de una causa por violencia de género que tramita en la Justicia de General Rodríguez.
Se espera que hoy se avance en la indagatoria al sospechoso detenido y en la toma del testimonio de la actual pareja de la joven, un exsoldado voluntario.
PANDEMIA, CON
“F” DE FEMICIDO
Cabe remarcar que durante la primera etapa del aislamiento social preventivo y obligatorio –desde el 20 de marzo al 12 de abril- se produjeron 18 femicidios, según el Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que sí nos ven”, con datos relevados de medios gráficos y digitales de todo el país.
Además, las llamadas para pedir ayuda por situaciones de violencia de género aumentaron un 39 por ciento en la cuarentena. Del 20 al 31 de marzo de 2019, se incrementaron las consultas -con respecto al lapso del 1 al 19 de marzo- y la mayoría de las comunicaciones son por con casos de violencia doméstica, según datos del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.
En la cuarentena, se produjo 1 femicidio cada 32 horas. El 72 por ciento ocurrió en la vivienda de la víctima, por lo que el encierro puede aumentar el peligro, ya que las mujeres se encuentran en una situación de aislamiento que dificulta sus posibilidades de denunciar o de ir a otros lugares.
El 56 por ciento de los femicidios fueron cometidos por parejas o exparejas de las víctimas. “Las mujeres que sufren violencia de género en su mayoría conviven con su agresor, y por ello la cuarentena las encuentra más expuestas, el 72 por ciento de los femicidios tuvo lugar en la vivienda de la víctima”, alertan desde «Ahora que sí nos ven».
