Días atrás, un equipo integrado por funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos y de Desarrollo Social de la Nación, un representante del Equipo Médico Forense Argentino y un escribano confirmó que una de las identificaciones que realizaban de los soldados enterrados como NN en el cementerio de Darwin tras la guerra por Malvinas coincidía con Luis Miño. La familia del conscripto vive actualmente en Tres Isletas y fue rápidamente notificada.
Fue la segunda vez que se realizó el cotejo genético pues el primero había dado negativo “Hace cinco años se tomó muestra de su hermana pero aparentemente no fue suficiente porque esa vez no fue identificado. Cuando vino la Cruz Roja tomaron nuevamente muestras a dos de los hermanos, las que se llevaron a analizar y con eso sí lograron identificarlo” dijo a Diario Termal Cristian Miño sobrino de Luis. Detalló que “el cuerpo de su tío estaba solo en una tumba, pues hay una donde había dos cuerpos” y que quienes realizaron la exhumación “hicieron un inventario de las cosas que poseía, ropa y otros elementos”. “Encontraron un anillo de plata que tenía sus iniciales y nos lo entregaron, la familia se quedó con ese anillo”, detallaron.
Luis Humberto Miño nació el 9 de octubre de 1964 en Sáenz Peña. Vivía en quinta N° 13 de la ciudad de Tres Isletas. A los 18, ingresó al servicio militar en el año 1980 en Mercedes, Corrientes. Continuó la carrera militar hasta lograr el grado de cabo primero de Infantería.
CON NOMBRE PROPIO
El 26, una comitiva de familiares viajará a Malvinas para colocar las nuevas placas con los nombres de los soldados identificados que hasta ahora figuraban como “soldado argentino sólo conocido por Dios”.
Un hermano y una cuñada de Miño formarán parte de ella junto a la familia de Genaro Pavón, otro soldado saenzpeñense identificado, y a Norma Gómez, hermana del soldado Eduardo Gómez e impulsora de este proceso en 2011 junto con el Centro de Combatientes de La Plata.
Las nuevas placas están hace varios días en Malvinas para ser verificadas por el Gobierno isleño, quien además estableció una serie de requisitos para los familiares que viajarán, entre ellos, por ejemplo, no podrán llevar flores ni rosarios para colocar en las tumbas sus muertos.
Ante esta dolorosa imposición, que desde el Gobierno nacional aceptaron sin ningún tipo de reclamo al respecto, las madres, los hermanos, los sobrinos de los soldados que hace casi 36 años esperan este momento se preguntan, al menos: ¿nos dejarán llorar a nuestros héroes?
