Derechos Humanos

Caballero II: avanzan las indagatorias

Este martes 17 de octubre, en la sede del Tribunal Oral Federal de Resistencia se reanudaron los debates del juicio oral denominado Caballero II por crímenes de lesa humanidad en la ex Brigada de Investigaciones durante el terrorismo de Estado, con las palabras ante el tribunal y las partes de los imputados Gabino Manader, Héctor Marín, Albino Borda y Jorge Ibarra. Al igual que en oportunidades anteriores, cada uno de ellos negó las acusaciones en su contra y señalaron su desconocimiento del funcionamiento interno de la ex Brigada de Investigaciones.

Las indagatorias a los demás imputados en el proceso continuarán 27, por lo cual la etapa de alegatos será postergada probablemente a noviembre.

El primero en declarar fue Manader, quién reeditó sus argumentos de oportunidades anteriores: “No tengo nada que ver con lo que se me acusa, yo hacía calle”; “no vengo a mentir, digo la verdad”; “tengo pruebas para aportar, tengo muchos expedientes para leer en mi casa”; “cómo no voy a ser condenado si me nombran en todas partes”; “soy víctima de un atropello jurídico”, etcétera, etcétera.

Su indagatoria fue la más extensa de la jornada. Al tiempo que desestimaba las acusaciones en su contra, ojeaba una serie de documentaciones, solicitaba que se agreguen fojas y declaraciones al expediente del proceso (mientras tanto, con prolijidad Héctor Marín hurgaba en su nariz y orejas, distendido).  

MARÍN: PENAS DE BANDONEÓN

Luego de un breve cuarto intermedio, la audiencia continuó con la indagatoria a Héctor Marín, alias Cabo Sotelo, quien refirió cuestiones similares a su preopinante y negó haber cumplido funciones relacionadas con la guarda de presos sin levantar ni por un segundo la vista del piso durante toda su declaración, la voz ronca y con cierta dificultad para expresarse con claridad. “Estaba en robos y hurtos, perseguía chorros, había cualquier cantidad de chorros, en esa época, como ahora”, exclamó.

También, rechazó haber tocado el acordeón con el que se tapaban los alaridos de los torturados según relataron varios de los sobrevivientes. “Yo tocaba el bandoneón, no el acordeón, me ganaba unos pesos, tocaba en los bailes y en el Casino de Oficiales de la Policía, aunque ahí no me pagaban, me daban comida nomás”, deslizó.

Luego de mucho insistir para poder preguntar ante la negativa de la defensa, la parte acusadora logró que respondiese sobre la existencia o no de detenidas en la Brigada. Primero había dicho que no, luego reconoció que sí, “había algunas, pero detenidas por robo y las llevaban a una oficina, separadas de los calabozos”, explicó. Cabe acotar que al igual que en audiencias anteriores, se registró un ida y vuelta entre la Fiscalía y querellas, la defensa y el tribunal, respecto de la modalidad del cuestionario y el alcance o pertinencia de las preguntas y consultas de la parte acusadora, cuestión que no pasó a mayores pero alcanzó sendos picos de tensión.

Marín –condenado en un proceso anterior en el que se le dieron por comprobados varios hechos de tortura en el marco de un genocidio- finalizó su declaración en la misma línea que Manader, con la queja por la supuesta persecución de la que es víctima a causa de “semejante propaganda que me hicieron, mientras se me va la vida, porque ya no soy un joven y se me va la vida en esto”.

SABUESOS DE CALLE

A su turno, Jorge Ibarra precisó: “Era muy joven para tratar con detenidos políticos por una cuestión de mi rango, ingresé en abril de 1975 a la Brigada”.

El último de los testigos fue Albino Borda, quien repitió una idéntica modalidad en su descargo: “Quiero saber por qué estoy acá, preso por algo que no cometí, siempre trabajé en la calle, el único momento en el que ingresaba a la Brigada era al llegar, cuando recibía las órdenes y luego salía”.

Cabe recordar que en el presente proceso se juzga la comisión de delitos de tormento psíquico y físico agravado por la condición de detenido político de la víctima (militantes de Ligas Agrarias, del PRT y de la Juventud Universitaria Peronista), privación ilegítima de la libertad, desaparición forzada de personas y un caso de violación tomado como crimen de lesa humanidad, hecho inédito en el procesamiento global al genocidio en la región.

Además de los cuatro nombrados, los otros imputados son José Rodríguez Valiente, los militares Luis Patetta, José Tadeo Bettolli, y el policía Miguel Pellozo, quienes siguen los debates por videoconferencia desde sede judicial en Buenos Aires y desde Santiago del Estero, por idéntica modalidad, el excomisario Antonio Musa Azar Curi, exjefe de Inteligencia de la Policía y el excomisario Miguel Garbi, mano derecha de Azar.

También están imputados Enzo Breard y Ramón Meza pero permanecen en sus respetivos domicilios a raíz de su delicado estado de salud. Manader, sindicado como uno de los “jefes” del grupo, ejerce el beneficio de prisión domiciliaria por supuestas razones de salud en una polémica autorización del juez Iglesias. Salvo Albino Borda, y Jorge Ibarra y los represores santiagueños, los demás fueron juzgados y condenados por otros hechos de torturas en la primera parte de la presente causa judicial en 2010.

 

 

Cooperativa La Prensa

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