La crisis de la actividad industrial ya golpea a las grandes empresas. Además de tener problemas en el financiamiento se preparan para tener performance negativa en sus balances que las dejará "sin rentabilidad" y con una "fuerte incertidumbre" económica. Ambas situaciones las llevaron a desestimar cualquier tipo de inversión en lo que resta del 2018.
Según pudo saber BAE Negocios, las fábricas más importantes del mercado local atraviesan un cuadro de pérdidas "aún indeterminado de calcular" a partir de la volatibilidad del mercado cambiario y de las modificaciones en los cuadros tarifarios de los servicios y otros incrementos que afectarán a la inflación. "Nos informaron que habrá aumentos, pero no sabemos cuál va a ser el impacto final en los aumentos de la energía, los peajes, el combustible y los costos laborales, entre otros, lo que hace imposible calcular la inflación", se quejó un ejecutivo de una de las empresas del sector. Sucede que estas firmas atravesaron tres meses de derrumbe de las ventas: abril, mayo y junio.
El gran problema de las empresas asociadas a la COPAL (La Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios) es la caída del consumo masivo, que da pocas señales de recuperación a partir del "constante" achicamiento del mercado interno. Pero los inconvenientes para las grandes firmas dejaron en claro que los conflictos en las pymes "son peores de los imaginados". "Si una grande empieza a estar en problemas, además de los miles de puestos de trabajo que afecta de manera directa, demuestra que las medianas y pequeñas empresas están en situación de riesgo", admitió otro líder empresario.
A mediado del mes próximo se conocerán los balances de las empresas aunque algunas fuentes consultadas admitieron que habrá "muestras de realidad" cuando quede expuesto el escenario negativo en los números de las fábricas. El año pasado, las alimenticias perdieron 5% de su rentabilidad porque el promedio de traslado a precios fue del 20%, con una inflación del 25%.
Las fábricas consideraron "imposible" remarcar de manera total la devaluación ante el débil mercado interno, lo que llevó a que la venta de galletitas se haya convertido en un negocio circunstancial por los aumentos "moderados" frente a la escalada del precio del pan por la suba de la harina. "No hay posibilidad de trasladar todo a precio porque debemos cuidar el market share", admitió otra fuente.
Si bien se espera para las alimenticias un respiro durante julio gracias al mayor poder de compra de trabajadores por el pago de aguinaldo, empresarios consultados admitieron que "no se puede estimar un piso para la caída". Expresaron que existe una "incertidumbre total" en la industria que llevó a paralizar todas las inversiones, intentar evitar la ruptura de la cadena de pagos, y postergar "lo más posible" una masiva caída del empleo.
"Vamos a esperar 30 días para saber cuál es panorama real. Tenemos que medir el estado de las tasas de interés, la inflación, la estabilidad del dólar y el empleo. Hasta tanto, se vive el día a día", afirmó un integrante de la UIA.
EL EMPLEO,
EN CAÍDA
El empleo va a seguir cayendo en la economía de la Argentina aunque a marcha más lenta que hace un año atrás, advirtió el economista jefe y director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina ( UIA), Diego Coatz.
Tras participar del cuarto Pre Coloquio de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), el directivo de la central fabril estimó que la demanda de empleo no se va a recuperar en lo que resta del año.
Según reflexionó el economista, "la pregunta más importante es saber qué va a ocurrir con la construcción", dado que se prevé un freno de ese rubro por el ajuste fiscal impulsado por el Gobierno con un fuerte recorte al presupuesto destinado a obras públicas.
Al referirse a la actividad económica, el directivo de la UIA aseguró que los próximos "dos o tres meses" van a ser "difíciles para las pequeñas y medianas empresas, aunque "a la espera de que a fin de año se estabilice la actividad y pueda repuntar".
En declaraciones al diario La Voz del Interior, sostuvo que la crisis no durará mucho tiempo dado que el Banco Central tiene instrumentos para controlar el tipo de cambio, por lo que "en el rango de 28 a 30 lo puede gobernar sin mayores problemas, básicamente sin tener que volver a subir la tasa ni vender
