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Libertarias Comunitarias: “Pudimos recuperar la palabra, desnaturalizar la violencia”

El grupo Libertarias Comunitarias está integrado por mujeres que han pasado vulneraciones sociales y violencias en distintos barrios de Barranqueras. Con el aporte del CISMA local y Creas, lograron que se apruebe un proyecto para llevar clases de candombe a su barrio. Una de las integrantes del grupo dice que espera: “Que nos ayude para reunirnos en otro ámbito. Sacar los sentimientos de otra forma”. elDIARIO de la Región habló con ellas sobre su rol en la comunidad.

Esta semana se conoció la aprobación de dos proyectos de incentivo de la organización Creas Comunidades en Acción Gran Chaco. Uno fue hacia el proyecto Encontrarte experiencia multidisciplinar que engloba un taller literario (“Al Fondo las Palabras”), y otros espacios terapéuticos feministas que se dan en el Centro de Atención a Víctimas de Violencia (CAVV). El segundo es una propuesta de candombe hecha por el equipo del Centro Integral de Salud Mental y Adicciones (CISMA) de Barranqueras junto al grupo de mujeres que funciona en los barrios aledaños, Libertarias Comunitarias (encuentro de apoyo, acompañamiento y crecimiento mutuo).

El grupo Libertarias invitó a elDIARIO de la Región para experimentar el espacio de encuentro y profundizar sobre este nuevo proyecto comunitario. Empezó a funcionar a principios de mayo como un grupo para hablar de educación sexual integral. En la actualidad, el valor humano y comunitario se hace extensivo muchos otros temas.

Sandra Celestino, una de las integrantes, recibe a las mujeres de su barrio y otros cercanos al CISMA. Son mujeres de distinta edad, procedencias e historias. Como en todo enfoque comunitario, no hay una distinción jerárquica entre profesionales y las demás personas, sino un espacio común donde también circulan niños y niñas, mascotas y algún que otro vecino pasajero, abocado a la dinámica de puertas abiertas del barrio.

Hay convite para comer y beber también a la canasta. Es difícil encontrar un inicio de la charla, porque el diálogo parece tener una continuidad de otros encuentros, de otras paredes y de otros oídos y brazos que contienen. Estela Cañete es una de las mujeres que funciona como anfitriona y guía en el grupo. Vienen de barrios como La Toma, San Isidro y Nuevo Amanecer. Se conocen entre todas, y trabajan a la par por el bien comunitario con las profesionales del CISMA.

Estela cuenta que su inquietud inició por el problema de un familiar cercano con el consumo problemático. Cada una de ellas tuvo una motivación personal que las impulsó a juntarse, a acompañarse y organizarse. Estela remarca que el problema de consumo es muy recurrente en los barrios y son generalmente las madres las que se preocupan y buscan ayuda para los más jóvenes. Sin embargo, las historias tienen huellas dolorosas, injustas y desesperantes que van desde el abuso sexual contra las infancias, la explotación sexual, el acoso callejero y la violencia doméstica. De todo esto se habla, y la conversación fluctúa de un balance sobre el proyecto hasta la búsqueda del consejo colectivo sobre ciertas situaciones, la escucha atenta sobre emociones y experiencias, algún chiste para aliviar tanta carga.

Nadia, una de las jóvenes que forman parte del grupo, subraya que espera que este proyecto que lleva la cultura candombera a la comunidad de Barranqueras: “Nos ayude y colabore para poder reunirnos en otro ámbito, otro tipo de experiencia. Sacar los sentimientos de otra forma”. Señala a otra de sus compañeras y relata: “Cuando ella llegó, no hablaba y después se fue soltando”, y cuenta que todas sienten al inicio que lo que les pasa es “lo peor”, pero en la escucha grupal “te das cuenta que hay casos más feos” y se van sintiendo menos solas. La joven señaló que el impulso de este proyecto comenzó siendo una idea de emprendimiento para ganar dinero.

Debora Machuca, enfermera del CISMA, agrega que “no es menor el tema económico” cuando se hablan de las distintas opresiones que sufren las mujeres. “Es un proceso colectivo de empoderarnos”, enfatiza. Sin embargo, la idea viró al arte, la música y la danza del candombe: “Recuperar la conexión con el cuerpo”. “Nos sirvió para hacer una evaluación y sistematizar la práctica que venimos realizando. Poder ver los diferentes logros a medida que fueron pasando los encuentros. Logros simbólicos, no es que accedimos a insumos, sino que pudimos recuperar la palabra, desnaturalizar la violencia”.

“Ayuda un montón, los problemas de violencia traen una opresión, te enferman físicamente y el baile será sano para el cuerpo y para largar eso que uno tiene. Es tanta la vergüenza que quedamos quietitas, sin hacer nada”, suma Nadia. Al hablar, se ve en sus miradas ese destello de esperanza por una nueva experiencia. En ese momento, habitan un lugar seguro, algo no menor en sus historias de vida.

“Veo a mis hermanitas que bailan y ríen fuerte, yo no puedo hacer eso”, comienza Griselda ante la pregunta por las expectativas del taller. Remarca que ve su mejoría porque al fin pudo hablar. “Caí en una depresión, pero ahora puedo”, dice. Griselda pasó por situaciones de extrema violencia. En esta sala, sus silencios de años se transforman en verborragia liberadora. “Creo que sí, porque di un paso de poder hablar y avancé mucho, el candombe me va a gustar”, dice sobre si participará de los talleres.

En la ronda, aportan también a la idea de una escucha reparadora y activa, así como a la idea de hacer una política diferente desde los cuerpos, Mariela Fernández, trabajadora social del Centro y Verónica Santillán del Creas.

 

EXPERIENCIA CANDOMBE

“Buscamos otro espacio donde encontrarnos desde lo vincular, a través del cuerpo y la palabra”, explica Laura López, educadora y una de las talleristas de candombe. Afirma que, aunque las experiencias sean distintas, todas las mujeres pasan por esa búsqueda de un lugar propio. “Para pasar al instrumento esa energía que uno trae necesita reconectarse con su interior. Que no fue fácil, venimos desde hace tres años haciéndolo. Es un poseso identitario y genera un lazo con mi compañera. Es revincularnos de otras formas”, señala.

 

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