La Provincia

Encuentro con dos sobrevivientes y presentación de “Nunca es tarde, hablá”

Sebastián Cuattromo dio una larga batalla judicial en la búsqueda de reparación y justicia por los abusos sexuales que sufrió en el Colegio Marianista del barrio porteño de Caballito, cuando tenía entre 12 y 13 años. En 2012, logró la condena a 12 años de prisión de su victimario, el exhermano marianista Fernando Picchiochi. Finalmente este año, la Corte Suprema de Justicia confirmó la condena de su abusador.

Silvia Piceda  luchaba en soledad y enfrentando muchas obstáculos judiciales, en el intento por proteger a su hija, luego de enterarse de que su exesposo y padre de la niña había abusado de una hija de él de otro matrimonio.  Ella misma sufrió abusos sexuales cuando tenía entre nueve y 11 años de parte de un familiar y no contó con ayuda  para denunciar los hechos. A fuerza de mucha entereza y voluntad, ambos transformaron ese dolor en una activa militancia por los derechos de la infancia ante ese flagelo oculto y mucho más normal de lo que parece que es el abuso a los niños y niñas; una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños según cifras avaladas por Unicef.

Para contar esa experiencia, la pareja compartió un emotivo encuentro con una muchedumbre que se acercó a la Casa de las Culturas para escuchar sus historias. La actividad fue organizada por el espacio de género de la agrupación Colectivo Nacional, junto con la Subsecretaría Mujer y Familia del Municipio de Resistencia, a cargo de Gladis Cristaldo.

Luego de la charla fue presentado el corto en el que participaron periodistas como Víctor Hugo Morales, Luciana Peker; músicos como Diego Pérez, la psicóloga Silvana Pérez, el cineasta Camilo Gómez Montero, como también sobrevivientes y organizaciones vinculadas a la temática.

La producción se emparenta con la muestra fotográfica de Paula Souilhe, quién recibió un reconocimiento, junto con Facundo Uferer, realizador del diseño, por la recientemente instalada en la peatonal de Resistencia.

ESCUCHAR A

LA INFANCIA

elDIARIO de la Región presenció la charla y conversó con Sebastián y Silvia.  “Poder compartir con la sociedad mi historia y mi lucha significó un camino que no ha parado un sólo día hasta hoy y que es un sueño cumplido. Eso me llevó a conocer a Silvia, con quien nos enamoramos y armamos una pareja. Armamos este grupo hace cuatro años y es un camino que nos lleva una y otra vez a compartir un testimonio en primera persona con la comunidad, para estar como adultos que este delito existe y que como adultos es nuestra obligación creerles a los niños y defender a la infancia. Para eso necesitamos entender que los niños no necesariamente lo manifiestan con verbalizaciones, por eso necesitamos docentes capacitados que sepan leer e interpretar,  es la misma urgencia que tenemos en otras profesiones como psicología, trabajo social, derecho”, contó Sebastian.

“Por eso nuestra labor es una interpelación crítica a la sociedad. El abuso en la infancia no sólo es extraordinariamente grave sino extraordinariamente masivo, porque sucede dentro de las familias y en todas las clases sociales. Y esas son unas  de sus complejidades básicas. Es mucha la fuerza colectiva que necesitamos para que esta verdad pueda salir a la luz. Hay una enorme fuerza silenciadora y de impunidad que existen. Mi historia personal sigue formando parte de una excepción, la norma es que los abusadores no sean castigados” advirtió. 

Cabe remarcar que hasta 2015, las víctimas de abuso, además de tener que superar la dificultad de hablar del hecho y denunciarlo, en muchos casos se topaban con la cancelación del plazo para denunciar por el paso del tiempo y la prescripción legal. Hoy, luego de mucho batallar por parte de sobrevivientes y organizaciones que trabajan la temática se consiguió la  Ley Nº 27.206 de Respeto a los Tiempos de las Víctimas que establece la suspensión de los plazos de prescripción hasta la realización de la denuncia sin importar la edad.

“NUNCA ES

 TARDE, HABLÁ”

Por su parte, Silvia Piceda destacó “el poder reparatorio de la verdad”: “A partir de haber denunciado pude empezar a ayudar a mi hija, y a mí misma. Creo que estoy mucho mejor hoy sabiendo desde donde vengo, que lo que había construido siguiendo ese mandato de dejar todo atrás. Mientras lo negué y pensaba que con la voluntad lo dejaba atrás, lo que hice fue acarrear esa debilidad y traerla al presente,  cómo me pasó. Por eso es fundamental que los adultos no neguemos nuestros dolores de infancia y a partir de ahí proteger a los niños hoy”.

“Hay que hablar en ámbitos empáticos, muchas veces el error es quedarse dentro de la familia, la misma familia que no pudo defenderte en su momento es muy poco probable que lo pueda hacer cuando han pasado los años. El encuentro con un par es sanador, con quienes se puede construir una realidad diferente”, especificó. 

Asimismo, precisó lo difícil que es para una víctima encontrar la contención necesaria: “Cuando vas a la sede judicial uno se encuentra con que juzgan a la víctima,  en vez de perseguir al victimario: ‘qué rencorosa, qué jodida, cuanto odio le tenés, qué enamorada quedaste de este tipo que seis años luego de separarte de este tipo venís a decir esa barbaridad de él’”. 

Por ello, consideró: “No puede desconocerse que este delito existe. Ante cualquier cambio de conducta  y problemas hay que tener en cuenta el abuso. Tiene altísima frecuencia. Hay una discordancia entre los casos y las cifras,  con los testimonios de los adultos sobrevivientes y el Poder Judicial que intenta demostrar que no existe, o que se trata de padres que quieren sacarle dinero a la escuela cuando se trata de un docente, o que es una mujer despechada cuando se acciona contra el padre. Hace poco la Corte presentó un trabajo donde se decía que el 70 % de los abusos son intrafamiliares. Desde el Poder Judicial, el camino debería ser utilizar las herramientas que ya existen para proteger a la víctima, y que no se usan”.

 

Cooperativa La Prensa

Cooperativa de Trabajo y Consumo Ltda La Prensa

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