Derechos Humanos

“Nos buscaban para matarnos”

Con la declaración testimonial de Osvaldo “Quique” Lovey y Elías Guzmán sobre la persecución a Ligas Agrarias por el terrorismo de Estado, se llevó a cabo la audiencia Nº 35 del juicio oral “Caballero Lucio Humberto y otros s/tormento agravado”, en la sede del Tribunal Oral Federal de Resistencia durante la mañana de ayer. Ambos testigos, protagonistas de detenciones, persecuciones y cautiverio en las cárceles de la dictadura, aportaron datos de contexto, es decir, declararon no en calidad de víctimas directas, sino respecto de cómo se implementó el plan sistemático para barrer con la organización de los trabajadores rurales en el interior. En ese panorama, puntualizaron lo que pudieron conocer sobre dos hechos vinculados con la investigación del presente proceso (y de una causa paralela que avanza hacia su etapa de juicio oral): la detención del colono Mauricio Berger y la de Carlos Oriansky, dirigente de Ligas, quien permanece desaparecido a la fecha.

Los imputados José Rodríguez Valiente, Albino Luis Borda, Jorge Ibarra y Héctor José Marin presenciaron los debates en la sede del TOF: los militares (re) Luis Patetta, José Tadeo Bettolli, y el policía Miguel Pellozo, lo hicieron por videoconferencia desde sede judicial en Buenos Aires, lo mismo que exjefe de Inteligencia de la Policía de Santiago del Estero, Antonio Musa Azar Curi, y su mano derecha, Miguel Garbi, desde la citada provincia. Por su parte, Gabino Manader, con beneficio de prisión domiciliaria, presentó un certificado de convalecencia por razones de salud y fue excusado de asistir a debate.

Asimismo, el presidente del tribunal Eduardo Belforte comunicó a las partes que las próximas fechas de audiencias serán el 9 y 10 de agosto, una vez finalizada la feria judicial. Cabe recordar que en el presente proceso de juzgan los delitos de tormento psíquico y físico agravado por la condición de detenido político de la víctima, privación ilegítima de la libertad, desaparición forzada de personas y un caso de violación tomado como crimen de lesa humanidad.

El primero en declarar, pasadas las 10, fue Raúl “Quique” Lovey. “Un movimiento de agricultores de características gremiales a partir de la unión de cooperativistas de todo Chaco”, según describió. Elías Guzmán fue detenido el 12 de noviembre de 1975 durante el casamiento de un amigo, en la zona de Corzuela, confinado en la comisaría local y luego de un paso por la alcaidía de Sáenz Peña trasladado a Resistencia, donde pasó por la Jefatura y un lugar que no supo cual era, porque estuvo vendado, donde fue sometido a torturas. Guzmán permaneció en cautiverio de la dictadura hasta el noviembre de 1981. En su declaración, confirmó en líneas generales el relato de Berger, testigo víctima en la causa, que declaró semanas atrás.

LA CACERÍA

Quique Lovey contó que fue detenido en abril de 1975 a raíz de una acusación de asociación ilícita, en razón de su referencia como dirigente liguista, junto con otros integrantes de la organización. Pasó por la alcaidía de Sáenz Peña y luego fue trasladado a la sede de la Brigada de Investigaciones de la Policía de Chaco, por calle Juan B. Justo, donde estuvo un mes. “Las condiciones eran muy malas, había un grupo grande de personas, nos hacían dormir en el suelo, sin nada, esposados y nos torturaban con picana por el solo hecho de castigar, porque el interrogatorio era ridículo, no buscaban información, sólo aplicar el tormento”. Pasó un mes hasta que lo llevaron a un Juzgado, donde descartaron una denuncia presentada por el trato recibido.

En agosto de ese mismo año, fue sobreseído de la causa y liberado, pero a los pocos días (principios de septiembre) Lovey se enteró que los grupos de tarea de la dictadura lo buscaban nuevamente, ante lo cual decidió pasar a la clandestinidad y esconderse en el campo, apoyado por las familias de los pequeños productores.

Comenzó entonces lo que detalló como “represión selectiva”: “Oficiales de civil levantaban a cualquiera, de modo ilegal”, y buscaban extraerle una delación sobre el paradero de Lovey a base de palizas. El testigo recordó a Francisco Mussin, a quien tuvieron “un día y una noche” en esas condiciones. También a Nicola Bojanovich, colono de unos 35 años, fue detenido “por un buen tiempo” y liberado por las gestiones de un párroco del lugar ante las súplicas de la familia. “Tardaron en soltarlo porque estaba muy destruido por los golpes, y cuando lo liberaron fue directo a terapia intensiva, pero murió a los dos meses, por el tormento”, contó. Así las cosas, a Lovey no le quedaron dudas de la gravedad de la situación: “Decían que éramos infiltrados comunistas. Nos buscaban para matarnos”, señaló.

ORIANSKY, DESAPARECIDO

Respecto de esta cuestión, fueron los mismos jerarcas del terrorismo de Estado quienes se lo confirmaron. Lovey y otros en su misma situación le pidieron al monseñor Italo Severino Di Stéfano que interceda ante el gobierno de facto y les garantice una detención legal, derecho a una defensa o ser torturados como condición para entregarse. Pero, la respuesta de las autoridades militares, general Serrano y coronel Zucconi fue que tajante: “Di Stéfano volvió de la entrevista muy espantado, le habían dicho que la única garantía la daban ellos y que lo mejor que podíamos hacer era pactar una cita en un descampado”, contó Lovey.

“Hagan lo que les parezca, yo no les puedo recomendar nada”, fueron las palabras del obispo. Lo que decidieron fue esconderse continuar con el exilio interior, en la espesura chaqueña, al amparo de la solidaridad de las familias campesinas. “Así sobrevivimos a cuatro operativos militares”, recordó.

Sobre el caso Berger, campesino cooperativista de Santa Sylvina y la desaparición de Oriansky, uno de los referentes más lúcidos del movimiento rural, precisó este fue socorrido por el colono Juan Sokol, que lo trasladó en una camioneta al campo de Berger. Por ello, Sokol fue detenido y muerto a golpes. A Berger también lo detienen en el mismo operativo, en el que buscaban dar caza a Oriansky. “La familia Berger vio cómo lo levantaban del campo a Oriansky sin un rasguño y sin disparar un solo tiro”. “La persecución fue muy injusta, no había enfrentamientos militares ni uso de armas y ninguno se rehusó a las detenciones”, afirmó Lovey y con ello finalizó su testimonio.

Como dato de contexto, vale recordar que su declaración en el juicio Berger contó que a Oriansky “lo subieron a un helicóptero, en el que iba (el coronel Jorge) Larrateguy y nunca más se supo nada de él”. Una de las hipótesis que se manejan es que podría haber sido lanzado desde el aire a zonas del monte chaqueño prácticamente infranqueables. Oriansky permanece desaparecido desde octubre de 1976.

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