Concluida la etapa de supuesto “gradualismo”, el oficialismo nacional se encamina a profundizar las medidas de neto corte neoliberal, en una segunda fase con el mentado “déficit cero” y la consolidación del endeudamiento externo como único norte. De eso se trata a fin de cuentas el proyecto de presupuesto para el año 2019, al que tan solo le faltaría la rúbrica del FMI, para dar cuenta de modo acabado con el sentido del programa para lo que resta de la administración Cambiemos.
Así lo explica un estudio realizado por la CTA de los Trabajadores, Ctera, IDESBA y CIFRA, en el cual participaron Mariano Barrera, María José Castells, Gastón Ghioni, Mariana L. González, Pablo Manzanelli y Gabriel Martínez, y que pudo ser consultado por elDIARIO de la Región.
En el documento se precisa que el presupuesto del “déficit cero” implicará –de aprobarse el proyecto de ley- reducciones generalizadas y significativas en el gasto público (-7,7% en términos reales). “Se trata de menos recursos para la obra pública, para el pago de salarios de los empleados estatales, para educación y cultura, para ciencia y técnica, para salud, para prestaciones sociales. La suma de los sucesivos ajustes implica que en total entre 2015 y 2019 se acumularía una disminución real del gasto del 18,0%. Las caídas acumuladas en estos años implican que Macri tras cuatro años de gestión dejaría un 27% menos de gasto en educación y cultura (por parte de la Nación), casi un 31% menos de gasto en ciencia y técnica y un 16% menos en salud”.
Cabe acotar que en 2019 se deben financiar US$ 41.800 millones solo por la vía de los vencimientos de capitales de intereses de la deuda. El macrismo espera cubrir esas necesidades con 22.800 millones de dólares del FMI, 4600 millones de dólares de organismos internacionales y 1.700 millones de dólares de privados (Repo) más la renovación del 60 % de las Letes. Otra cuestión para nada menor es que en el proyecto de ley del presupuesto se abre la posibilidad de implementar reestructuraciones de deuda con peores condiciones que las originales, sin que ello deba tratarse en el Congreso de la Nación.
PROVINCIAS
DESFINANCIADAS
Con ese marco, el panorama para las provincias dista de ser el mejor. Se calcula que las transferencias corrientes a las provincias descienden casi un 39 % en términos reales, y las de capital (obra pública), lo hacen en casi un 35%. “La fuerte contracción de los gastos de capital evidencia un achicamiento aún mayor de la obra pública, que difícilmente sea compensada con los proyectos de participación público privada”, advierten los autores del documento.
En ese sentido, en comparación con 2015, las pérdidas de transferencias por parte de las provincias resultan muy significativas; 20,06 % en el caso de trasferencias corrientes con recortes en Educación, Salud, Desarrollo Social y 90 % en el caso de transferencias de capital que prácticamente desaparecen. El gobierno nacional, mantuvo relativamente constantes durante los dos primeros años los niveles de transferencias a las provincias pero ya en 2018 hizo un fuerte recorte que se profundiza para el año próximo. Se trata de una pérdida de $32.000 millones aproximadamente.
