De acuerdo con los informes nacionales e internacionales, se espera que el actual fenómeno de El Niño dure al menos hasta abril de 2024, influyendo en los patrones meteorológicos y contribuyendo a un nuevo aumento de las temperaturas tanto en tierra como en el océano. “En marzo y abril las consecuencias son mayores porque todos los sistemas hídricos ya comienzan a estar muy cargados, el suelo está muy humedecido y no acepta más agua de nueva lluvia”, advirtió el ingeniero en recursos hídricos y extitular de la administración Provincial del Agua (APA), Hugo Rohrmann.
Rohrmann coincidió con los pronósticos y señaló que “hay que tratar que el impacto sea el menor posible”. “Dos aspectos son lo que se están destacando en esta temporada de lluvia, que a su vez está signada por El Niño, que es el exceso de evaporación en el Pacífico ecuatorial que está teniendo su transmisión actualmente sobre el noreste del país”, señaló y detalló que “uno de los aspectos es mucha lluvia sobre la cuenca del Uruguay y la cuenca del Iguazú, que ha motivado una crecida que hacía muchos años que no se daba del río Paraná en noviembre pasado. Esa posibilidad sigue existiendo sobre el río Paraná de acá hasta abril”, adelantó el ingeniero en declaraciones para Ciudad TV.
En tanto, el “otro aspecto es la lluvia sobre nuestra provincia, que por tres años en gran parte del territorio hubo escasez de lluvia y, por lo tanto, una sequía que se hizo sentir en algunos lugares muy gravemente. Eso, de a poco, se va dando vuelta, especialmente en el sector sur de la provincia, en el sudeste, donde los registros vienen determinando lluvias por encima de lo normal”.
“El panorama hacia adelante, como el Servicio Meteorológico Nacional lo está indicando, es que al menos hasta marzo la lluvia será normal o superior a lo normal. En mi opinión, hasta abril, porque abril es el fin de la temporada de lluvia, esa situación es la que se va a dar”, remarcó.
EL FENÓMENO
Consultado sobre el origen del El Niño, que se produce por término medio cada dos o siete años y suele durar entre nueve y doce meses, explicó que se trata de un patrón climático natural asociado al calentamiento de la superficie oceánica en el Pacífico tropical central y oriental. “El 70 % del planeta Tierra es agua y la mayor superficie evaporante que tiene es el Océano Pacífico que, a la altura de Ecuador y de Perú, tiene entre 10.000 y 15.000 kilómetros de distancia, donde se genera la mayor evaporación y, por lo tanto, mueve el amperímetro de las precipitaciones, especialmente en América, sur y norte, y en algunas otras partes del mundo”, expuso.
Y puntualizó: “De ahí es que se estudia qué temperatura tiene a nivel superficial ese océano. Si en esta región, la temperatura superficial está por encima de lo normal, significa que hay mucha más evaporación y, por lo tanto, en alguna parte, se genera mayor precipitación. Ese fenómeno ha sucedido desde mitad del año pasado hasta la fecha, todavía está sucediendo y no es automático, empezó a mitad de año, recién ahora se comienza a sentir con mucha claridad esas consecuencias de ese mayor calentamiento”, reafirmó.
“En estos momentos se comienza a visualizar esa transferencia de mayor evaporación, mayor humedad y mayores lluvias, que, de acuerdo con los organismos meteorológicos, tanto de Argentina como de Brasil, esa situación va a seguir por lo menos hasta marzo y existe la posibilidad de que se generen precipitaciones muy elevadas, como las que ocurrieron en Charata y La Breñas”, vaticinó el especialista.
En ese contexto, planteó la diferencia entre el “impacto de lluvias de muy elevado volumen en octubre, noviembre y el que se da en marzo y abril. En marzo y abril, las consecuencias son mayores porque todos los sistemas hídricos ya comienzan a estar muy cargados, el suelo está muy humedecido y no acepta más agua de nueva lluvia”, sostuvo.
