Derechos Humanos

“Privatizan las ganancias y socializan los costos”

En el marco de una jornada integral por el Día de la Salud, la Red Ramón Carrillo inauguró una muestra fotográfica y un panel liderado por mujeres. elDIARIO de la Región estuvo presente para registrar las palabras y testimonios sobre consecuencias y daños del modelo agropecuario.

De un total de 90 fotos, 36 fueron enviadas por el reconocido fotógrafo de Página 12, Pablo Piovano, para la muestra “El costo humano de los agrotóxicos”, inaugurada ayer en la Casa de las Culturas. La muestra abrió las jornadas por el Día Internacional de la Salud organizada por la Red Ramón Carrillo.

Alejandra Gómez inauguró la misma recordando que el equipo de la Red acompañó el recorrido que el fotógrafo hizo por el interior de Chaco. En la muestra, se observan con una impactante sensibilidad a las personas afectadas de los pueblos fumigados en Chaco, Misiones y Entre Ríos. Gómez recordó que las familias chaqueñas presentadas en estas fotografías fueron de Sáenz Peña, Napenay y Avia Terai. La muestra permanecerá en la Casa de las Culturas hasta el 19. La fundadora de la Red, Analía Otaño y la ingeniera agrónoma Angélica Kees fueron las encargadas de presentar la muestra y abrir el panel.

 

“QUE LLEGUE A

LAS AUTORIDADES”

En su presentación, Otaño destacó: “Lo más importante es que (esta información) llegue a las autoridades de Salud Pública y al Poder Ejecutivo, que son los que toman las decisiones con respecto a las políticas socioeconómicas por el problema tan serio que estamos sufriendo”. En este sentido, no dejó pasar la gran ausencia de las autoridades de ambas áreas en la presentación.

Señaló que lo que solicitan al Estado y a las empresas fumigadoras es la prohibición definitiva en el uso de agrotóxicos y “que se derive a un nuevo modelo de producción”. También recordó que esta problemática afecta a los pueblos más indefensos, “a los más pequeños y ancianos, así como a medianos productores, tanto criollos como originarios”. “Hay niños indefensos que no merecían morir”, expresó. Asimismo, declaró que la principal consecuencia está en la cantidad de malformaciones en recién nacidos que se sentirá en las generaciones futuras, con el aumento de discapacitados.

 

OTRO MODELO PRODUCTIVO

“Al que le queden dudas de que estas cosas están pasando, lo invitamos a que se acerquen”, la muestra dijo Kees. Advirtió que allí se ven las causas irrefutables y visibles de los agroquímicos, pero que también existen otras ocultas en el cuerpo humano.

“Mientras tanto, las empresas se quedan con los réditos económicos de este modelo productivo de la concentración de tierras, y que atenta contra lo biogénetico de la humanidad, de la biodiversidad y de los saberes ancestrales”, denunció. “Ese modelo que atenta contra todo esto, se queda con las ganancias; en un sistema por demás cruel en donde privatizan las ganancias y socializan las consecuencias de modo tal que todos y cada uno de nosotros nos tenemos que hacer cargo de ello”, explicó.

La ingeniera Kees hizo punto en tres ejes fundamentales: la historia de la humanidad, la producción de químicos y la posibilidad de vida sin agrotóxicos. Con respecto al primero, fue clara y utilizó una metáfora. Dijo que si representamos toda la historia de la Humanidad y su agricultura en un año, el 30 de diciembre de ese año recién hubiésemos tenido el modelo tal como lo conocemos. Y a 13 minutos de terminar el día 31 de diciembre tendríamos la utilización de químicos en los cultivos. “Es decir que lo conocemos ahora es sólo un instante en la historia de nuestra cultura”.

Sobre el segundo eje, planteó que ya en la segundo mitad del siglo 19, científicos empezaron a patentar cuestiones hechas en laboratorio y a pasar de un modelo biológico a uno químico. Estos mismos pioneros advirtieron las consecuencias del uso de químicos y gases de guerra a la empresa “Farben” que luego se desprendería en las actuales Bayer, Basf y Hoescht. La empresa no sólo asumió los costos económicos sino que ocultaron los riesgos y no permitieron a estos investigadores dar una sola conferencia más desde ese momento (1890).

Con respecto al último eje, Kees dejó en claro que es posible otro tipo de producción agrícola. Para ellos demostró que tanto la Argentina y el Chaco son principales productores y exportadores de alimentos primarios e industrializados de forma orgánica. “Para ello cumplen estándares muy altos, y el principal problema radica que al hacerlo para exportación es prácticamente inaccesible en la Argentina”. Basada en estadísticas estatales oficiales dijo que no se trata sólo de “una huertita familiar”, sino que es posible hacerlo a gran escala y de hecho ya se está haciendo, sólo hay que reforzar las decisiones políticas.    

 

Protagonistas de la lucha en el interior
Dentro del panel de mujeres, tuvieron la palabra tres que viene luchando cada una desde su localidad. Contaron su experiencia, atravesadas por la lucha y búsqueda de información desde cero, al ser interpeladas en sus propias vidas por las fumigaciones aéreas y terrestres indiscriminadas.
Laura Mazzitelli, de La Leonesa; Catalina Cendra, de Avia Terai y Lela López desde Pampa del Indio.
Mazitelli empezó su discurso contando que, como todas las luchas, ella desconocía todo lo implicado a agrotóxicos, pueblos fumigados, etcétera y que su formación empezó cuando la afectó directamente.
Contó que su hijo se enfermó de leucemia en el 2002 y que al llevarlo a ser tratado en Buenos Aires, el médico le preguntó, ya que habían recibido muchos niños con esos síntomas de “zonas fumigadas”. “Yo no sabía ni qué era eso, por eso en ese momento le dije que no. Fue luego, al volver a mi casa que me puse a investigar y me di cuenta”, resaltó. “Tenía tres opciones, volver como si no pasó nada, mudarme con mi familia o volver y luchar. Elegí lo último”, dijo esta mujer con énfasis.
Mazitelli tenía y aún tiene una arrocera fumigando constantemente en ambas modalidades por toda la zona. “Fíjense cuánto es nuestro desconocimiento que yo misma salía con hijo chiquito a mostrarle el avioncito”, expresó. También fue muy concisa al denunciar cómo la empresa viola las leyes. “Y tanto los gobiernos de la Alianza como de Capitanich nunca controlaron”, manifestó. Refiriéndose al papel de la Justicia, sentenció: “Todavía no sé cuál es el rol del poder judicial”. Dijo que tanto la Justicia como el Ejecutivo son cómplices y culpables de esta situación.
“Mi hijo pudo vivir, pero hay otros niños que no. Debemos poder dejar algo bueno a nuestras generaciones futuras”, concluyó.
Cendra también otorgó un lugar fundamental a la médica local en su relato. “Estamos fumigados todos”, fue lo que le dijo la médica del Centro de Salud cuando ella junto a su hija se acercaron por una alergia fulminante. No encontró respuesta, ni alguien que la ayudara a entender, en ese sentido agradeció conocer a las participantes de la Red. “Sólo pido que paren de fumigarnos”, resumió y aclaró desde su experiencia que “en la época de nuestro abuelos, no estábamos tan enfermos como ahora”.
La última en tomar la palabra fue López, pobladora de la comunidad qom de Campo Medina. Contó que hace dos años pudieron recuperar parte de sus tierras, pero que tuvieron que resistir que fumigaran por muchos años su chacra. “Por el avión casi perdí a mi hijo”, detalló en pocas pero precisas palabras. “Caía como llovizna en nuestra casa y mi hijo se intoxicó”, explicó. También su cuñada perdió un embarazo por esta misma causa, entre tantos ejemplos.
Además contó cómo el avión fumigador pasa sin previo aviso, algo que se les exige por ley, contaminando sus aguas y alimentos.
López, como sus antecesoras, reflejó una falta de compromiso de los médicos locales.  “El doctor no me creía, me insultó y me dijo que estaba mintiendo”, relató. La empresa fumigadora en esa zona de Pampa del Indio es Don Pano, de la nacional Unitec Agro. “Y sólo quiero que el avión pare de fumigar”, finalizó.

 

Nombres en lucha
Durante la exposición del panel de mujeres de Pueblos Fumigados, se nombraron a varias personas, históricas y actuales, trazando un recorrido sobre esta problemática mundial y local.
Justus Von Liebig. Kees nombró a este científico alemán quien en 1867 patenta la leche maternizada, producto elaborada plenamente en laboratorio y que inicia la idea científica de se podían separar los elementos potenciadores y manipular su genética.
Julius Hensel. Médico, agricultor y herborista alemán, formó parte con Liebig de este paso de la biología a la química hecha en laboratorio. Sin embargo al informar a la empresa Farber sobre los riesgos a la vida de algunos productos, ninguno de los dos pudieron volver a difundir sus investigaciones. Es muy difícil encontrar o acceder a sus escritos. 
Santiago Montaldo. Gómez dio una introducción sobre cómo ya en 1991 este médico, quien era funcionario chaqueño en ese momento, organizó la primera actividad que hablaba sobre los efectos de los agrotóxicos en la salud humana. La misma, realizada en la ciudad de Sáenz Peña, hizo hincapié en las dos primeras personas muertas por fumigaciones en Machagai que estuvo en agenda pública.
Andrés Carrasco. La doctora Otaño, por su parte, lo mencionó y brindó un homenaje al científico. Él realizó las primeras investigaciones que demuestran cómo afecta el glifosato en las primeras semanas del embarazo y causa gran cantidad de mal formaciones en recién nacidos, y el aumento de los mismos en las poblaciones jóvenes.
Carlos Leoni. “Nos hace honor con su presencia”, dijo Alejandra Gómez por este hombre destacado de la Provincia que siempre denunció las causas del glifosato. Leoni también tomó la palabra para denunciar la falta de concurrencia de los funcionarios públicos a estos lugares de información y debate. “Siempre están del lado de las empresas”, dijo.
Juan Bautista Capra. Fue uno de los primeros pobladores de Pampa del Indio en denunciar las fumigaciones aéreas sobre sus casas.

 

 

Fotos: Jorge Flores/elDIARIO

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