Aniversario

¿Qué pasó aquel 22 de noviembre de 2002 en José Hernández y Don Bosco?

Pasaron 20 años. Que no es poca cosa. Aproximadamente un cuarto de la vida útil de una persona. En 20 años se ama y se desarma, se tienen hijos, se construye una casa. Se cometen errores y se los remedia. Se construyen sueños. Como la marea en el mar, se suceden disgustos y alegrías; crisis y revelaciones . Y cuando pasaron 20 años… se sigue caminando

EL OJO DEL FOTÓGRAFO

“En esos días –dice el fotógrafo Iván Almirón- yo era el delegado gremial., y ya el diario venía con una larga crisis que hacía en algunos casos haya un atraso de un año de sueldo pagándose de a migajas. Era una cuestión muy dura, de mucho choque entonces…

De un día para otro Balbuena (el dueño del diario) al mediodía se había llevado cajas con documentación de su oficina y por la tarde  funcionarios judiciales con los interventores y policía “cayeron” y nos dijeron que se intervenía el diario. Estábamos en plena edición del diario, ya los primeros astralones habían ido al taller, ya se habían quemado algunas planchas.

Todos nos mirábamos sin saber qué hacer. Lo que les pedimos fue que nos dejen de imprimir el diario del día, que teníamos que salir, a lo cual accedieron. Y después, al otro día, volvimos como si nada hubiera pasado. Ya estaban los interventores que asumieron la dirección formal del diario y seguimos trabajando al día siguiente pidiéndoles hasta tanto ellos definan el desenlace que queríamos seguir imprimiendo el diario, seguir saliendo a la calle – porque el hecho de no estar el diario en la calle implicaba la muerte-.

En esa modalidad seguimos en el transcurso de la semana; continuamos  trabajando. A alguien se le ocurrió que, debido a la deuda que tenía el diario con  nosotros, existía la posibilidad de constituir una cooperativa siendo que éramos también acreedores.

Vivíamos en reuniones, empezamos a informarnos en la dirección de cooperativas en Casa de Gobierno y nos asesoraron. Constituimos la cooperativa y pedimos a la Intervención que nos permitieran seguir sacando el diario como cooperativa. Y así resistimos un mes o dos. Alrededor, todo se derrumbaba, como las corresponsalías del interior. 

Mucha gente del diario se había ido. Además,  otro medio que estaba en ciernes de abrir y se llevó muchos periodistas,  muchos cumpas que no podían resistir la falta de un sueldo para alimentar su hogar.

Otro punto de inflexión que nos tocó vivir, fue el proceso de ser empleado y dueño de una empresa. Nos encontramos con una cuestión traumática. Pero aún en la ignorancia, en esa falta de ejercicio de llevar adelante la administración, relaciones públicas, gestión económica, etcétera tuvimos visiones de mucha dignidad. Por caso: en una de las primeras asambleas, lo que nos planteamos fue que al ser una cooperativa de trabajo y todos aportan trabajo, lo equitativo en esa etapa era que los ingresos se dividan por igual y todos cobren lo mismo.

En una asamblea se constituyó la cooperativa formalmente y se capitalizaron los aportes de cada uno en base a la deuda del diario con nosotros y se eligió la comisión directiva y naturalmente recayó en Julio Ramos que era la persona respetada por todos periodísticamente y humanamente. 

Nos quedamos sin ́proveedores de bobinas, el diario norte nos prestó el papel y semanalmente comprábamos restos de bobinas… En fin,  tuvimos que empezar a lidiar con la cuestión operativa, tuvimos que aprender a gestionar el diario desde lo logístico, la materia prima y los insumos, la producción periodística…

Fue una experiencia maravillosa, independientemente que el diario previo a la cooperativa fue una escuela de periodismo con grandes maestros periodistas y fotógrafos.

En lo periodístico nos sentimos muy libres para plantear los temas de agenda, temas periodísticos que tal vez antes no podíamos tocar o no se tocaban.

Las anécdotas, hay a granel. Una inolvidable fue aquella vez que propongo que para el día de los enamorados se busque una foto en la ciudad que represente tan especial fecha. La tapa tenía que ser un beso… Así es que va un fotógrafo en busca de la foto de tapa y encuentra la imagen ideal: una pareja enamorada besándose en la plaza 25 de mayo. A media mañana del día siguiente me avisan que hay un hombre furioso que quiere hablar con alguien de fotografía. Era el protagonista de la foto y el problema era que su esposa lo echó de la casa, porque esa mujer con la que estaba a los arrumacos y que salió en tapa de diario ¡era su amante!

El mejor consejo que se me ocurre dar a las nuevas generaciones del diario es  que un diario de estas características (cooperativo) es un servicio público, un servicio a la comunidad, entonces tiene que llegar e interesar a todos los sectores de la comunidad lo que va a ser que todo el espectro de la sociedad quiera leer el diario:  desde el millonario hasta el obrero.

Creo que no deben olvidarse que lo colectivo es mucho más importante y fundamental que lo individual y que sólo como individuos no valemos nada y esta cooperativa es posible porque nosotros entendimos eso, y eso tuvo costos para nosotros que decidimos asumirlo.

SERGIO ODRÍA, EL BUEN COMPAÑERO

En aquellos años de la etapa de El Diario la situación no estaba bien. Sueldos muy atrasados, días de muchas asambleas y de medidas de fuerza. Creo que nadie o la mayoría imaginaba o pensó que en algún momento la empresa quebraría. Pero ese día llegó.  El impacto fue de asombro, angustia y de mucho nerviosismo porque nadie quiere perder una fuente de trabajo y sobre todo de llevar un sustento a la familia. Creo que la mayoría lo sintió así. Y, en medio de esa incertidumbre, salió una luz de esperanza de seguir con la conformación de una cooperativa, idea que surgió de la misma gente que se reunía en asamblea y que al mismo tiempo trabajaba para la edición diaria del matutino nunca  dejó de salir.  

De ahí en adelante, fueron años de muchos esfuerzos, sacrificio pero de mucha entrega, con errores y con aciertos. Pondero el sacrificio, una linda experiencia que se puede salir adelante en medio de situaciones difíciles.

Anécdotas, muchas. La más significativa para mí fue la de salir de cobranza al interior o hasta la de ir en colectivo a Corrientes y de ahí tomar un colectivo urbano hasta el campus de la ruta 12, cerca de las 23, para buscar solo dos o tres chapas para la impresión del diario. Luego, volver a Resistencia con el mismo recorrido.

Qué decir a la nueva generación sobre todo de jóvenes que sostienen y llevan adelante hoy la cooperativa: que nunca bajen los brazos, que todo se puede, que todos sean uno mismo, con el mismo ideal de mantener la fuente de trabajo y que la solidaridad sea la premisa de siempre. 

“TORREJA” EL INSUFRIBLE DE LA LIMPIEZA

Fue una experiencia nueva, distinta a otra cualquiera, me pasaron muchas cosas trabajando en la cooperativa –como a todos-. Siempre soñando hacia el futuro.

Teníamos libertad periodística en todos lados, era una suerte de primavera para nosotros, trabajadores en una estructura patronal. 

Recuerdo en una Navidad que, literalmente, no teníamos para comer, para llevar un pan dulce a nuestra casa para festejar y la Cámara de Diputados -me acuerdo- nos trajo unos bolsines navideños que contenían pan dulce, sidra garrapiñada, no me voy a olvidar nunca cuando recibimos ese bolsín navideño, muchos compañeros nos pusimos a llorar, nos abrazamos…

En el cotidiano, eras también mantener limpio nuestro puesto de trabajo, así que iba normalmente temprano para limpiar los pisos, barrer, limpiar los vidrios, por ahí me agarraba con los compañeros, discutía fuerte porque fumaban y las colillas de cigarrillo por todas partes… Después, la parte de taller resultaba difícil  porque era donde menos compañeros habían quedado y allí era doble el trabajo. Reconozco a la distancia que el loco de la limpieza.

Un sinfín de anécdotas de aquellos días: Íbamos a canjear diarios por verdura para hacer un guisito en la verdulería; en Chacopán nos donaba pan, bizcochos, para el día a día. Hubo muchísima solidaridad.

La Cámara de diputados nos dio la expropiación del diario que festejamos con una cervecita porque no teníamos para mucho más… Me acuerdo que los compañeros en ese momento tan importante para nosotros, no quisieron sacarse la foto grupal de flamantes cooperativistas en el frente del edificio sino en la parte del taller, y eso fue hermoso porque muchos se trepaban a la rotativa; yo les retaba: que se podía romper pero fue tanta la emoción que no importaba nada. Fue una etapa a la manera de pico de alegría porque después de eso, salió un festival  donde vino a cantar para nosotros Horacio Fontova y cortamos la esquina de José Hernández y Don Bosco. Nos visitó una Madre de plaza de mayo en la cooperativa y en esa época muchos diputados se acercaron, movimientos sociales, artistas, con quienes hicimos lindas movidas, como las pinturas murales con Fredy Filete; después salió la primera feria de libro que estuvo el poeta Aledo Luis Meloni, nos visitó Fabriciano…  fueron muchos los artistas reconocidos que se acercaron para ofrecerse para recaudar fondos para la cooperativa.,

“La Cuca” era una vecina que nos traía al medio día comida. A veces, normalmente cuando nos donaban, no teníamos para el gas entonces la comida la cocinábamos a leña, o a carbón.

Vos sos periodista, yo fotógrafo, el otro es de Taller… ¡Nadie de la cooperativa tenía mente de empresario porque nuestro pensamiento no pasaba de llevar un billete para llenar la olla. El futuro era “mañana” no teníamos certeza si al día siguiente continuábamos o nos cerraban la cooperativa. Se vendía papel, chapa de aluminio.

Mi consejo a los nuevos compañeros es que valoren el esfuerzo que hicimos nosotros para tener lo que hoy está en pie, no digo que vivan el momento que vivimos nosotros porque fue muy feo no llevar el pan a la casa.

Al  pasar por el frente de mi segunda casa, dejé todo de mí. Me quedan buenos recuerdos, buenos momentos, se han perdido muchos compañeros también por cosas de la vida y pasar hoy frente al diario, se me pone la piel de gallina, porque es mi segunda casa.

UNA MUJER LLAMADA MARINA

Fue una experiencia de crecimiento en todo sentido, y también un sueño hecho realidad, porque llevaba muchísimo tiempo deseando formar parte de la cooperativa, fantaseando, imaginando cómo sería trabajar en una cooperativa, sacar adelante en grupo un proyecto en común con otras personas. Conocí de cerca el proceso de conversión a cooperativa, y poco después, me acerqué a elDiario de la Región, más precisamente a la oficina de Marcelo Nieto, con Los Alternativos, un proyecto de difusión de libros y autores ―que poco después se hizo extensivo a artistas en general y hacedores sociales y culturales― que sostuvimos durante siete años en el suplemento ACA que él llevaba adelante. 

Notaba otro ambiente, otra clase de camaradería entre los compañeros del diario, de los que veía en otros medios de comunicación, por eso tenía un gran deseo de formar parte. Hasta que se hizo realidad. En 2008 entré a formar parte de El Diario, para las páginas de Locales. 

Fue un cambio radical, que se sentía hasta en lo físico. Pasar de una estructura convencional verticalista, a otra horizontal, implicaba otro esfuerzo, otros desafíos. No había que lidiar con jefes ni acatar órdenes ni se presentaban situaciones de desacuerdos en la que uno estuviera en desigualdad de condiciones en relación al otro, pero había que tomar consciencia de que todo, absolutamente todo, dependía del grado de compromiso que cada uno tuviera con la empresa, y de la suma de compromisos de todos los compañeros, porque absolutamente todo, dependía de los socios. Había épocas de vacas gordas, de las que disfrutábamos todos, y otras de vacas flacas, en las que había que arremangarse y seguir, con la incertidumbre de no saber hasta cuándo duraría. Cada uno sacaba a relucir sus talentos y habilidades: aunque estuviéramos ocupando un lugar, eso no quitaba que si éramos buenos en otras áreas, pudiéramos sumarnos para aportar desde allí también. 

Tengo muchos recuerdos de esos años y muchas anécdotas. Rescato una de  cuando empezaron a llegar casos de gente que vivía en extrema pobreza y necesidad, pidiendo ayuda. Una mañana llegué a la redacción, y un par de compañeros me asaltaron con un video que les habían acercado la tarde anterior: en ese caso era de un adolescente desnutrido y en una situación familiar muy delicada, diciéndome que tenía que ir a cubrirlo. 

Si algo me caracterizaba era que nunca discutía el trabajo que me decían que hiciera. Si había que cubrir algo y me mandaban, yo iba. Pero resultó que uno de mis compañeros en especial, quedó tan impresionado, que me dijo ―no sé si fue un halago o una crítica― que yo no tenía corazón, porque podía ir a esos lugares, ver la situación terrible de esa gente, sin que me afectara. 

Y en eso se equivocaba. Yo quedaba destruida después de cada una de esas notas. Pero parte de ser profesional consiste en tener la fortaleza de poder cumplir, aunque sea duro y difícil, sin que eso afecte la calidad del trabajo. ¡Qué más hubiera querido yo, que hacer puras notas de color! Pero como tenía temple, durante mucho tiempo, fui la elegida para seguir cubriendo ese otro tipo de notas. 

Siempre se dice que hay profesiones que son como un sacerdocio, y el ejemplo clásico es el de los médicos, pero puedo asegurar que el periodismo, si se lo toma en serio, también es un como un sacerdocio, y por eso hay que comprometerse conscientemente, para poder lidiar con lo que eso implica. Mucho más en el caso de una cooperativa, donde el tropezón de uno puede significar un perjuicio para todos. En una cooperativa no hay jerarquías y sí hay muchísima libertad, libertad que no encontramos en los medios convencionales, pero eso acarrea al mismo tiempo muchísima responsabilidad. Uno va dándose cuenta de eso y hasta qué punto es así, a medida que pasa el tiempo, con las experiencias que se presentan. Es a la vez un desafío y la oportunidad de madurar y crecer profesionalmente, de maneras que en otros ámbitos no sería posible. 

 

Somos cooperativa!!!

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