La Provincia

Recuperar el alma perdida en el Caraguatá

El parque Caraguatá tuvo la visita de personas civiles y afines a su gran riqueza natural e histórica por primera vez en casi tres años. elDIARIO de la Región acompañó la travesía en bicicleta y a pie, y rescató parte de la historia de lugar natural a pocos kilómetros del centro de Resistencia.

Luego de casi tres años, con el cierre total de sus puertas a la ciudadanía, el parque Caraguatá permitió la entrada de una comitiva de ciclistas y gente interesada en lo ambiental. El sábado, el programa “Subite a la bici” de la Municipalidad junto al colectivo Caraguatá Reserva Natural Ya y Somos Monte organizaron una bicicleteada desde la plaza 9 de Julio, recorrido por el parque y una ofrenda a la Pachamama, en su mes.

Este evento no es aislado, es un logro de los colectivos ambientalistas en conjunto con otras áreas estatales y ciudadanas que hace tiempo buscan la nueva apertura del parque como lugar ícono del monte chaqueño, a escasos kilómetros de la capital. El Caraguatá es rico en historia, biodiversidad y sostenimiento económico-cultural para las familias qom aledañas (barrio Mapic, Pelayo, Toba, Don Santiago y Don Alberto).

Al abandono del gobierno de Ángel Rozas, quien inauguró ese pequeño monte como parque recreativo, le sucedieron diferentes destinos poco amables, proyecto de viviendas fallido, ideas de convertirlo en vivero. Actualmente, y desde la pandemia, permaneció con el paso prohibido para toda persona. En los últimos años, parte del territorio fue cedido por el Gobierno provincial a la Policía de Chaco y otra parte quedó al dominio del Municipio de Resistencia quienes, a su vez, lo usan: una parte para la fundación Libera, que alberga caballos rescatados y otra, como espacio a cielo abierto para guardar vehículos secuestrados en operativos.

El colectivo por la reserva natural viene estudiando las infinitas riquezas de este pulmón verde en el Gran Resistencia y presentó varios proyectos de ley para su conversión en reserva, hubo desde entonces varios acercamientos con el Ministerio de Desarrollo Territorial y la comisión de Ordenamiento de Territorial y de Bosques. El año pasado, en la Legislatura chaqueña finalmente se debatió la ley sobre los espacios verdes de Resistencia, otorgándole potestad al Municipio.

Si bien este paso hizo caer a posibilidad de que el Caraguatá pasase a ser inmediatamente una reserva, la Municipalidad llamó a concurso este año a proyectos de arquitectónicos urbanísticos para trabajar sobre este territorio.

Sin que esté definido, abre la posibilidad de que el Estado pueda inclinarse por el cuidado natural y no intrusivo de este espacio. El evento del fin de semana, a su vez, es un guiño de que hay un diálogo para ver al Caraguatá como patrimonio natural, cultural e histórico.

“Este es un lugar ancestral, un lugar sagrado, con todo lo que eso significa para las creencias y el respeto que tenemos que tener para con ellos (el pueblo indígena y de los barrios vecinos)”, remarcó Sebastián Glibota, referente de Turismo municipal y de “Subite a la bici”.

Lecko Zamora, historiador, profesor, poeta y escritor wichí estuvo como invitado y dijo: “Para nosotros, la convivencia no es solamente con un semejante o los humanos, sino que tenemos que aprender a vivir con todas las criaturas que hay en esta dimensión. Cada animal o vegetal tiene su alma, por eso cada vez que hacemos algo, pedimos permiso”. Esta forma de vivir con y en la naturaleza “era muy importante hasta que vino la evangelización –lo que llaman civilización, progreso y desarrollo-, conceptos que creo hay que desarrollar mejor porque hasta ahora nos han impuesto”, explicó Lecko. “Esta forma de pensar materialista está poniendo en peligro el planeta tierra”, sentenció ante la mirada de varias decenas de jóvenes, personas ancianas y familias con infancias que se acercaron pedaleando y por otros medios al parque.

El escritor wichí dijo que es fundamental aprender de estas cosas milenarias como rituales y ofrendas a la tierra de los pueblos indígenas, “ese respeto se va a integrar en la medida que se aprenda desde chicos”. Explicó que, por ello, desde los tiempos de la conquista, el pueblo wichí usa para describir al mundo criollo una palabra que significa “alma perdida”. El mundo occidental “todo lo que llama espiritual o arte, lo hacen desde su conciencia real, desde su mirada, pero le cuesta admirar la maravillosa creación –de la Naturaleza-, por ejemplo, del árbol”. “Priorizan la economía, y la están destrozando. Por eso es imposible tener una buena relación que no sea traicionada, tratada con malicia, y todavía continúa”, expresó.

Por último, Adriana Rojas, docente, artista del coro chelaalapí y vecina del barrio Mapic se sumó a las palabras de Lecko, y agradeció a la madre Tierra, afirmó que el Caraguatá “es un lugar importante para nuestros abuelos, es donde recogían material para sus artesanías, para cazar, para todo. Es muy significativo para nosotros, es un lugar hermoso y rico”, añadió.

Cooperativa La Prensa

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