Derechos Humanos

La violencia sexual como delito autónomo de lesa humanidad

Durante la mañana de este viernes 16 la Causa Caballero II por crímenes de lesa humanidad en la Brigada de Investigaciones alcanzó un año de actividad en su etapa de juicio oral con las declaraciones de un ex detenido político de Ligas Agrarias, Marcelino Sequeira, y de dos especialistas en violencia sexual en el marco del terrorismo de Estado, la abogada Susana Chiarotti y la Lic. María Cristina Zurutuza, con un vasto trabajo con víctimas en varios procesos judiciales, que aportaron su experiencia para dimensionar la mecánica sistemática de este tipo específico de violencia. Según declararon en la audiencia este carácter específico deviene de que, por un lado, la violencia sexual arrasa de un modo profundo las subjetividades, dejando un marca permanente, que sólo puede ser reparada en parte, por la Justicia; y por otro, se trata de los únicos delitos en lo que la vergüenza recae sobre la víctima, antes que sobre el propio victimario, y de ahí la dificultad en su denuncia y juzgamiento.

Cabe recordar que si bien en el juicio  se juzga la responsabilidad de 12 represores en el tormento psíquico y físico agravado, privación ilegítima de la libertad, y desaparición forzada, además la Fiscalía Federal incorporó en su acusación a la violación en el contexto de terrorismo de Estado como crimen de lesa humanidad, hecho inédito en la región. Prácticamente la totalidad de los sobrevivientes que pasaron por los debates manifestaron en ese sentido el ensañamiento por parte de los genocidas imputados respecto de las detenidas políticas que pasaron por la vieja casona de Marcelo T. de Alvear 32.

Chiarotti y Zurutuza, son autoras del libro “Grietas en el silencio”, sobre la temática de violencia sexual en el marco del genocidio perpetrado por la dictadura cívico militar. La investigación surge de un trabajo conjunto en la causa judicial “Riveros, Santiago Omar y otro por privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidios.

Desde la defensa plantearon sendas objeciones por no tratarse de una “exposición pericial técnica” si no de una testimonial según consideraron, y varios pedidos del presidente del tribunal para que las declaraciones se ciñan al “objeto procesal de la causa”. Por su parte desde la querella y fiscalía defendieron la importancia de plantear el panorama conceptual de modo amplio y en profundidad como parte de la investigación en curso. De todos modos, los “chisporroteos” no pasaron a mayores cada testigo desarrolló su exposición, al término de lo cual la causa pasó a cuarto intermedio hasta el viernes 30 de junio.

SEQUEIRA: LIGAS AGRARIAS

Marcelino Sequeira, colono de Machagai, detenido en la misma fecha que Mauricio Berger, caso por el que fueron llevados a juicio varios de los imputados, relató los pormenores de su detención, durante la cual sufrió el robo de varias de sus pertenencias y golpizas. Sequeira fue detenido a principios de octubre de 1976 por una patrulla policial comandada por dos tenientes, que lo trasladaron a un destacamento militar a pocos kilómetros de su vivienda, luego trasladado a Sáenz Peña y de ahí a Resistencia, donde pasó por la Brigada de Investigaciones y finalmente la Alcaidía Policial. Su testimonio corroboró el estado calamitoso de Mauricio Berger y otros integrantes de Ligas Agrarias; “Estaban todos rotos, ensangrentados” relató. Contó que una noche fueron sacados de la Alcaidía una decena de detenidos, esposados y vendados; cargados en un camión y trasladados a un lugar en el sufrieron torturas con picana eléctrica.

CHIAROTTI: JUSTICIA

PARA LA REPARACIÓN

Susana Chiarotti es abogada, directora del INSGENAR (Instituto de Genero , Derecho y Desarrollo e integrante del Comité de Expertas en Violencia de la OEA. Durante su exposición precisó que “Se entiende por violencia sexual todo acto de naturaleza sexual sobre el cuerpo de una persona sin su consentimiento, por cualquier método, se trata de una invasión física”. En ese sentido explicó que el término incluye la violación pero también la desnudez forzada, el manoseo, impedir la higiene a mujeres mientras estaban menstruando, y mutilaciones varias, como la esterilización forzada con picana en genitales. “Ahora no vas a poder tener más hijos” era una violencia muy común en estos hechos. Además reveló que “la violencia sexual a los hombres era para humillarlos y buscar su quebranto, en cambio cuando se cometía contra mujeres además tenía como objetivo “ponerlas en su lugar”, un doble castigo hacia las mujeres, por no haber obedecido el mandato patriarcal y meterse en la política y la militancia” .Consultada desde la Fiscalía respecto de si un solo caso de violencia sexual amerita su configuración como práctica sistemática, la testigo explicó que “lo que tiene de sistemático es el plan organizado al efecto, un solo ataque dentro de ese plan lo vuelve sistemático y de lesa”.`

NI UNA MENOS”

La abogada comentó además que los delitos de violencia sexual son los únicos en los cuales la vergüenza recae sobre la víctima; “la tipificación como “Delito contra la honestidad” hacía muy difícil asumirse como víctima, siendo un avance en la materia la nueva normativa que establece estos crímenes como “delitos contra la integridad” afirmó. En ese sentido, destacó que “en Argentina ese relato social se construye de un modo muy fuerte, por ejemplo con la lucha por Ni una Menos, porque se entiende que esta cuestión es un problema de la sociedad, no de un caso individual, por ello la necesidad de sentencias que enfoquen este problema con la debida profundidad y que le den a la víctima la garantía de la Justicia, que no sólo beneficia a las que hablaron, sino a las que no pudieron hacerlo”.

ZURUTUZA: SUBJETIVIDAD ARRASADA

Cristina Zurutuza es licenciada en Psicología de la UBA  además de investigadora en DD HH y Género y fundadora del CLADEM Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos la Mujer, declaró sobre los efectos de la violencia sexual. “El ataque sexual arrasa el núcleo psíquico de la identidad de una persona. Las sobrevivientes relatan que estaban preparadas para soportar la tortura, pero no veinte horas seguidas de violaciones, y que ellos lo sabían” expuso.

Asimismo contó que según su experiencia con víctimas “Los varones reaccionaban con rabia. Las mujeres se sintieron culpables, un imaginario disparatado ante la imposibilidad de resistir”. Por ello destacó que “La capacidad destructora de la violencia sexual fue mayor que la tortura”; ya que esta última queda “afuera de la identidad de la víctima”, en cambio la primera se inserta en el núcleo de la subjetividad; “uno pasa a ser otra persona luego de sufrir un violencia de ese tipo”.

Se trata de una marca indeleble; “es como una cicatriz; es una herida, que puede cerrar, pero donde queda esa cicatriz lo que persiste es un tejido muerto. Por ello, remarcó que el “silencio persiste por la culpa” y lo contrapuso con la contención, y la reparación, que es colectiva y puede lograrse de la mano de la Justicia; la reelaboración de esto tiene que ver con lo colectivo, una reparación institucional en la que el Estado y la comunidad castigue estos crímenes como delitos autónomos de violencia sexual en un contexto de torturas en el marco de terrorismo de Estado”.

 

Cooperativa La Prensa

Cooperativa de Trabajo y Consumo Ltda La Prensa

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