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Úrsula Sabarece: “Fue una trinchera dentro de una gestión, y espero se convierta en una fortaleza”

Sabarece, como directora de la Dirección de Diversidad, Disidencia Sexual e Identidad de Género chaqueña, inaugura este ciclo de entrevistas que reflejarán las políticas públicas provinciales a través de sus funcionarias.

Un día antes de la entrevista, publicó en sus redes sociales personales una foto con la frase: “Estuvimos a la altura de las circunstancias tras las adversidades vividas”. Ésta, bien podría ser una frase que la caracterice en muchos momentos de su vida”. En ella, Úrsula Sabarece está sonriente y en su oficina, una foto simple con logros muy complejos, entramados en una red de conquistas personales y colectivas. Detrás de su silla está enmarcada –al lado de Cristina Fernández de Kirchner y Fabiola Ramírez- una de las míticas contratapas de la revista Acá, suplemento de elDIARIO de la Región. Es la que tiene a Lohana Berkins gritando con su bocanada de mariposas “el amor que nos robaron es nuestro impulso para cambiar el mundo”. ¿Se nota el paralelismo de las frases?

Es Úrsula quien pide que la entrevista sea acá, en el patio cultural de la cooperativa La Prensa.  Dice que pensaba que las preguntas iban a ser más personales, entonces habla -porque sí, hay algo de sala de estar hogareña en la charla-, sobre militancia, anécdotas y sexualidades. En la “memoria de su cuerpo” se repite eso de que lo personal es político. Rechaza el convite de un mate amargo, y hasta está cargado de significante.

Úrsula es la cabeza de la Dirección de Diversidad, Disidencia Sexual e Identidad de Género, dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos y Géneros del Gobierno del Chaco; también referente del Partido Frente Grande Chaco y presidenta de la fundación Furia Travesti Trans. Se define, además, y antes que nada, como militrava y activista travesti. Al inicio, cuenta su transición, porque no se puede pensar su carrera política sin el paso de su cuerpo y existencia por esta humanidad. Eso que dicen de “lo personal es político, y lo político es personal”. “A los 18 comencé la transición, aunque se siente desde muy chica”, inicia, a sus 46 años, expresa que en los años ‘80 no había tanta información y se veía “como la homosexualidad a todo su conjunto”; “y vos la piloteas, disfrutas y la disfrazas como podes a los cinco años”, dice. Las estadísticas, aunque desactualizadas, siguen diciendo que una travesti tiene un promedio de vida de 30 años. Úrsula es, como muchas referentas en el país, lo que Bourdieu llama “un milagro sociológico”.  Dice que hizo, en su momento, un tratamiento de ingesta hormonal, aunque en esa época “no había tratamiento; tampoco ahora la ley cumple con la terapia hormonal”, manifiesta. Relata que era más un conocimiento adquirido de la boca en boca, y de pruebas sobre el mismo cuerpo entre las amigas travestis, “cuando tenemos más herramientas y de encontrarnos con nuevas construcciones corporales, vamos haciendo la diferencia dentro de la misma diversidad”, agrega.

“Comencé a hacer una transición más interna y a replicar una imagen de hegemonía de mujer cis –biológica-, por eso ahora puedo hacer una lectura más profunda de lo patriarcal, con lo que una sociedad colonial te impone cuando naces mujer”, comenta. “Mucho tiempo me consideré esa mujer, me cruzó el feminismo, un feminismo de Lohana Berkins, de Diana Sacayán, de Pía (Braudacco), de las compañeras legendarias que venían a instaurar una mirada política”, dice, aunque también nombra a “Cris Miró, que era super femenina y era la única imagen a seguir”. Consultada sobre esa nueva transición de cómo llevar una femeneidad trava atravesada por los feminismos, explica: “Hay un clic en mi vida donde me deconstruyo, no quiero seguir una réplica de la mujer cis feminizada, y reivindicar las palabras travesti, y todo su contexto de criminalización y discriminación”. Hace una pausa y sintetiza: “Soy una mujer travesti con pene”. “Yo no quiero ser trans, porque es una palabra impuesta, lo que la sociedad quiere escuchar como romántica”.

 

LA MILITRAVA

 

“Abracé la militancia en el 2000 y me salvó la vida”, dice, contundente. “Fue una herramienta para ir construyendo esto, desde la militancia de los cuerpos, un discurso e ir poniendo en agenda”, explica y añade: “Hay una militancia que yo abracé en 2003 y que se conforma en activismo, por algo colectivo y de una cuestión más global, con objetivos reales como la ley de identidad de género, la ley de matrimonio igualitario, todo lo que sea trabajar con el acceso a derechos”.

“Si no hubiese sido por la militancia, yo no hubiese existido, ni hubiese estado acá, no hubiese                        experimentado momentos sociales políticos, no hubiese pasado los 25 años”, afirma. Inició cuando sólo existía hasta ese momento un grupo de personas de hombres y mujeres homosexuales, “no estaba prevista una mi

rada travesti dentro de esas luchas”, asegura. “La militancia fue el primero, lo partidario vino después, para 2006. Me encontré con un proyecto en sí, una herramienta transformadora que es la política, y así lo pude implementar, llevando una agenda de la diversidad y transfeminista”, subraya.

En este espacio político pudo articular una agenda como, en ese momento, el tema de VIH/Sida “porque no queríamos seguir muriéndonos”. Desde Frente Grande “pudimos trabajar, me encantó la relación humana que teníamos y que esas personas me veían como ser humano y como persona, no les importaba de forma que era una travesti, sino lo que podía apuntar desde el conocimiento. Desde la salud en ese momento, y lu

ego lo que fue ‘la unión civil’ (entre personas del mismo sexo)”. “El espacio político humano es parte de lo que hoy es Úrsula, con esta mirada que aporta una travesti en la política, con su potencial, de conocimiento territorial, que nos traza como población”, afirma.

Sobre este aporte de las políticas de la disidencia sexual a la política general, responde: “La población disidente también aporta a la construcción de una sociedad, si el sistema nos hace aparte, si no estamos en el mismo conjunto, somos una sociedad segregada. Cuando comencemos a ser una sociedad más integrada y le demos mayor participación vamos a ser mucho mejor”. “La participación real tiene que ver con la política, si estamos por fuera nadie se va preocupar por nosotras. Nuestras voces importan y nuestras historias merecen ser contadas”, vuelve a destacar. “Si no están nuestras voces en los espacios donde se generan las trasformaciones, nuestros cuerpos, nuestros olores, no vamos a llegar a un alcance de la política con perspectiva disidente y de géneros”, indica.

 

GESTIÓN

Pero Úrsula no estaría completa sin los riesgos que tomó estos últimos años cuando eligió ser parte del organigrama estatal y nombrarse también funcionaria del Estado. Nada menor para su trayectoria. Sin embargo, sobre las experiencias que se lleva de su paso por la Secretaría, dice: “Tengo más negativas que buenas, quizás, pero no hay que ponerlas más arriba que las buenas”. “Una reniega de ciertas cuestiones como la exposición que nunca nadie preguntó, se fue generando con la militancia y el activismo. El gran desafío era generar nuevamente el proceso de estar para hacer esa construcción interna, porque no hubo en una gestión anterior, era el desafío de ir instaurando la mirada de una travesti en una gestión de Gobierno”, expresa. Y también para “el acompañamiento a otra compañera, Analía Rach Quiroga, el desafío iba por ahí, de ver cómo construíamos junto a estas compañeras cis, y alguna que otra lesbiana y varón gay la política de la disidencia dentro de un Gobierno”, explica.

“He perdido tres años de mi vida estando 24/7 pensado como poder cubrir una gran demanda histórica de una población que hoy tenía una luz dentro del abismo”, dice, y si bien sus palabras fuertes y dolidas, lo hace con la sonrisa en la cara de quien sabe que hizo una gestión no por un renombre, sino por toda una población. “Estamos arreglando el terreno para afirmar estas políticas, para que las personas que vengan puedan levantar una pared o una columna”. “Fue afirmar el terreno para la construcción de futuras políticas que pueden reafirmar las que venimos haciendo. Que por ahí son muy pocas ahora pero que adelante pueden ser una gran columna, y que sea una respuesta rápida a las demandas. Entiendo que hay una gran demanda, pero antes no existía nada, y que responderlas sea una decisión política”, analiza.

“Creo que si no hubiésemos tenido estos Ministerios y Secretarías (a nivel nacional y provincial) con estas mujeres y disidencias dentro, no hubiésemos avanzado en nada de lo que hemos avanzado. Falta ajustar muchísimo”, señala. “Estamos tan atravesadas por el patriarcado, cuando hay una compañera dentro (del Gobierno) todos los cañones apuntan hacia ella. Si hay un varón frente a estos lugares (de poder) seguramente no iba a haber tantos ataques o quejas. Estoy convencida de que las mujeres e identidades feminizadas cuando ocupen lugares, las políticas van a ser más humanas, no tanto desde lo económico y corporativo. Está demostrado con Cristina (Fernández de Kirchner) al frente. Si bien, las mujeres tienen toda la carga cultural del cuidado del otro, ahora tienen otra mirada dada por el transfeminismo”, hace, en una lectura personal.

“Si no hubiese existido esta ventanita con personas travestis, pensando y generando herramientas para la transformación interna, para que de acá a cuatro a ocho años no sea solo una mirada, sino que sean cuestiones reales dentro de una cultura que es colonizada, patriarcal, machista, heteronormativa y cis”, asegura.

 

HACIA ADELANTE

 

“Falta un montón”, asegura con respecto a políticas estatales que aseguren los derechos básicos para las poblaciones de la diversidad sexual. Y las enumera: la salud, “tenemos pocos consultorios integrales a nivel provincial, es un avance y se generaron sin tener un gobierno con estas políticas, que se crearon a fuerzas de pulmón y con resistencias dentro de los hospitales”.

El acceso a la vivienda, es una deuda “para la población disidente y para otra

 

s familias”. “Que también es una mirada muy obsoleta de familia donde quedan afuera las juventudes, quienes no quieren tener un proyecto familiar, quieren ser solteros, solteras y solteres”, indica, como ejemplo y añade que hay que pensar también en “cómo conformamos nuestra familia nosotres, quienes somos expulsadas o no, pero eligen irse. A veces vos conformas tu propia familia, con personas que no son consanguíneas, y hay una mirada muy heteronormada” sobre ello. “Hoy podemos decir que contamos con un formulario no binario, en articulación con el Instituto Provincial de Desarrollo Urbano y de Vivienda (IPDUV). Hay una ley de accesibilidad”, dice y alienta a ponerse “al frente de cómo generar el acceso a la tierra, y cómo generar nuestras viviendas por fuera de lo blanco y colonial. Es importante la pertenencia a estos espacios que van a seguir siendo resistentes”.

Sobre el empleo, dice que “tenemos una mirada sobre el trabajo en Argentina; te piden experiencia para cualquier trabajo, cuando sos joven y no la tenés”. Entonces, cree en la capacidad de potenciar las habilidades, “con ámbitos amables, donde me enseñaban y potenciaban para adquirir esas habilidades”, cuenta sobre su propia experiencia. “Hay que cambiar la mirada de trabajo, potenciar habilidad y generar interés sobre el emprendimiento, más allá de los empleos públicos y privados. Hay que c

omenzar a armar nuevas estructuras sobre la empleabilidad. Si tenemos la posibilidad de destruir todo y armar todo de nuevo, y dejar siempre un lugar para nuevas informaciones, para esas nuevas identidades que van a seguir apareciendo, porque van a tener más firmeza para nombrarse. Ya estamos allanando el camino nosotras ahora”, adelanta.

Apunta también a la educación. “Hay un reconocimiento de las identidades sexuales dentro del sistema educativo -que responde a un modelo ya obsoleto-. Hay compañeras adentro del Ministerio que están generando desde una mirada transfeminista, generando políticas”, dice. Como ejemplo: hay una resolución que habilita a la escuela a que “les alumnes puedan pedir su autopercepción en el nombrado en su comunidad educativa. Si no conformas esas personas respetando sus derechos, lo que quiere este sistema es que sean cloncitos del modelo heterosexual varón-mujer que luego tiene que reproducirse”, manifiesta.

“Primero tenemos que acceder a un trabajo remunerado con el que podamos contar todos los meses, o si no, no podemos pensar en nuestra salud, en la educación y jamás en tener una casa”, agrega.

“Esto puede ser un transitar lento y largo, pero lo estamos llevando lo mejor que podemos, seguramente podrá ser mejor, pero sin tirar lo que ya está construido”, considera. “Yo creo que estuvimos a la altura de la constancia, la calificación que nos damos como equipo es un 7.50. Pudimos ser mejor seguro, pero fue el inicio de un proceso al que vamos a seguir apuntando. Si no hubiésemos estado resistiendo como hace siempre la disidencia, no hubiésemos generado nunca, hubiese desaparecido ese espacio en la dirección”, relata sobre lo que falta a futuro. “Fue una trinchera dentro de una gestión, y espero que esa trinchera se convierta en una fortaleza y luego sea una gran ciudad donde podamos transitar todas, todes y todos y vernos a los ojos como personas”, culmina.

La redacción se lleva un apunte para quienes estamos en el duro y precarizante camino de lo autogestivo -que es menos redituable que digno-: el “mate trava”, ese que tiene más azúcar que yerba, porque es el que llena, el que engaña la panza, el que oculta el hambre. El mate trava es también memoria de la población; que habla de pobreza y de atarlo con alambre y como se pueda, pero juntes, porque así se imagina Úrsula esta salida.

 

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