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Susana Trimarco: «La Justicia todavía es muy lenta»

La madre que lucha contra las redes de trata hace más de 15 años y busca a su hija María de los Ángeles Verón, participó del I Congreso Provincial para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y la Protección y Asistencia a las Víctimas. Habló sobre su trayectoria, de lo difícil de su lucha en una provincia como Tucumán, de la prostitución, el rol de Estado. Además, destacó que antes “no había este colectivo de mujeres que hay ahora”. “Yo no estoy más sola desde ese momento”, expresó.

Susana Trimarco participó ayer del I Congreso Provincial para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y la Protección y Asistencia a las Víctimas organizado por el Gobierno. Fue una jornada extensa donde se abordó la temática desde distintos temas, oradores y oradoras.

La madre de Marita Verón dio unos talleres por la tarde, mientras que junto a la doctora Paula Rivera también de la Fundación María de los Ángeles, detallaron el trabajo de esta organización durante la mañana.

Trimarco lleva 17 años de búsqueda de su hija María de los Ángeles, que fue cooptada por una red de explotación sexual en 2002 en su Tucumán natal. Fue premiada en 2007 de la mano internacional de Condoleeza Rice en Estados Unidos como Mujer Coraje, por su lucha y trabajo en desbaratar redes enteras de trata en Tucumán, Argentina y el mundo.

Al inicio de su exposición en la Casa de las Culturas en la que elDIARIO de la Región estuvo presente y al estar frente a varios cursos de escuelas secundarias, la madre habló de su nieta, hija de Marita, Micaela. “Piensa distinto a un joven que tiene una vida normal”, dijo. Explicó que, aunque tenga 20, pareciera de 30 porque desde muy chica se involucró en la búsqueda de su madre y en la fundación. “Estoy orgullosa de que haya tomado este camino de la defensa de las mujeres”, manifestó.

A pesar de ser reconocida y condecorada nacional y mundialmente, Trimarco aseguró que la vida en Tucumán no es fácil: llena de pobreza y de jóvenes sin recursos. Dijo que se cansaron de “hablar de ella, de inventarle causas”, al mismo tiempo que la trataban de “loca y de prostituta, como su hija”. Un estigma a la lucha que recuerda mucho a las palabras duras, al entrecejo fruncido y el recuerdo amoroso de otra madre que no conoce el descanso ni el límite: Antonia Morán, madre de Maira Benítez. “Yo sigo en esta vida por mi hija, hasta encontrarla”, expresó Trimarco.

Con la sencillez de sus palabras hizo un recorrido por cada apriete, cada silencio, amenaza y acción directa que sufrió en estas casi dos décadas: dos incendios en su casa, varios atropellos en camioneta, dos intentos de secuestro a Micaela, y la lista no se agota.

Dijo estar convencida de la decisión de enfrentar a estas mafias: “no voy a bajar los brazos”, afirmó ante un auditorio que la aplaudió en varias ocasiones. Contó que cuando ella inició “no existía en ningún lado en la Argentina un lugar que ayudara a asistir a estas chicas”. “Los actores del Estado no estaban”, relató.

Sí marcó una diferencia durante el gobierno kirchnerista donde tuvo una respuesta a cada pedido sobre la creación de oficinas en las provincias. Sin embargo, subrayó otro gran cambio: Antes “no había este colectivo de mujeres que hay ahora. Yo no estoy más sola desde ese momento”.

También, retrató que en la fundación que preside no sólo se trata de víctimas de explotación sexual y prostitución, sino que se adosan otras problemáticas igual de serias como abuso sexual en la infancia y violencia de género. Además, de que la acción directa con las mujeres víctimas es su modalidad, acompañar, alojar, golpear puertas de funcionarios, llamar a los jueces y hacer seguimiento. “La Justicia todavía es muy lenta”, remarcó.

Actualmente, indicó que se quedó sin recursos en la fundación “por la situación del país”, pero que con la ayuda de las personas y sus donaciones pueden continuar”. Sobre miles de víctimas rescatadas en estos años, en los que hizo hincapié en la vulnerabilidad y alto porcentaje de chicas trans, también atienden a 150 niños y niñas que desayunan, almuerzan y meriendan ahí. Contó sobre los talleres y espacios de acompañamiento que tienen y que es necesario para una vida después de haber sufrido unas de las violencias de género más extremas. “Les ayuda a cuidar de sus almas, volver a ser felices, eso necesitan las chicas”, indicó.

“No tengo otra vida”, sentenció, “esto me ayuda a sobrevivir”. Trimarco hace en personas los seguimientos policiales y judiciales de cuanto caso, historia o rescate llega a sus manos: “Yo soy el martillo”, dijo, sobre su rol dentro de cada estamento de investigación.

Señaló que no le gusta que en las oficinas de denuncias “desprecien o hagan esperar a madres o chicas” porque ella ya pasó por eso. “Yo voy a seguir ayudando a cada chica porque espero que alguien ayude a mi hija esté donde esté y si sigue viva”, expresó

 

EL FOCO EN LOS

CONSUMIDORES

Sobre cómo seguir con estos delitos, hizo un paréntesis para reivindicar desde dónde ella seguirá luchando: “¡No voy a ser candidata a nada!”, exclamó. Explicó que, para ella, hay que poner el foco en los consumidores. “La prostitución no es un trabajo”, aseguró, aunque dijo estar al tanto y que se entrevistó con mujeres y organizaciones que la ven como tal.

La juventud de ahora “puede tener relaciones sexuales hermosas, consentidas, libres, no necesitan ir a un prostíbulo”, señaló llevando un mensaje a las y los adolescentes presentes.

Sin embargo, Trimarco enfatizó en que no puede ser visto como un trabajo cuando hay una explotación, noches sin dormir, violaciones, secuestros, infancias que quedan solas, sin comer o educación. “Las chicas quedan ultrajadas, con enfermedades, mientras sus protituyentes se hacen millonarios con ellas y las drogas”, concluyó.

 

 

 

Cooperativa La Prensa

Cooperativa de Trabajo y Consumo Ltda La Prensa

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