El sábado, el presidente, Mauricio Macri, comenzó unas extensas vacaciones de tres semanas para pasar las Fiestas con su familia en Villa La Angostura. Desde que asumió el cargo, triplicó las vacaciones anuales que tienen los trabajadores.
El jefe de Estado recién volverá a las funciones luego del 10 de enero y acumulará 20 días más a la larga lista de «licencias» que se tomó desde que está en el cargo, por lo que totalizará la friolera de 141 jornadas sin trabajar.
La cifra es aún más significativa si se realiza una media anual de las vacaciones que se tomó Macri y se lo compara con los 14 días corridos por año que le corresponden a cualquier trabajador según la ley de contrato de trabajo: desde que el exjefe de Gobierno porteño llegó a la Presidencia, descansó a razón de 47 días por año, el triple que un trabajador promedio.
Hasta mediados de abril de 2017, el presidente llevaba 64 jornadas sin trabajar, cifra que duplicará con facilidad al regresar del sur argentino. Desde aquel entonces, se permitió varios fines de semana largos en los que, por ejemplo, participó de un torneo de golf en la Costa Atlántica o viajó a La Angostura con su familia.
Quizás la más emblemática de sus «escapadas» haya sido cuando se lesionó jugando al tenis en Chapadmalal a pocos días de la desaparición del submarino ARA San Juan. El jefe de Estado debió realizarse estudios médicos en Mar del Plata e hizo esperar a los familiares de la tripulación que aguardaban por su presencia en la base naval de dicha ciudad balnearia.
En algunas oportunidades incluso se aprovechó de viajes oficiales para vacacionar, como cuando se amplió su visita a Sudáfrica en el marco de la Cumbre de los BRICS para hacer un safari fotográfico.
Con la nueva vista al sur, Macri repetirá la ecuación del verano pasado, cuando viajó para las Fiestas y regresó recién durante la segunda semana de enero. Mientras tanto, cada vez son más los trabajadores que lejos de tomarse vacaciones postergan su descanso para llegar a fin de mes.
